Revista cultural argentina Archivos del Sur se edita desde Buenos Aires- Argentina- Año 22- Edición 270 - octubre de 2023 - Registro de la propiedad intelectual Nro. 55060538 . Revista Archivos del Sur -La revista Archivos del Sur es propiedad de Araceli Isabel Otamendi Directora- Editora: Araceli Isabel Otamendi-. Blog de poetas de la revista Archivos del Sur
sábado, abril 25
Marlene Pasini
Sortilegio
Ondulación perdida
en la mirada,
inscripciones de lo invisible
caen al fondo del sueño.
Insignias de otro tiempo.
Alas fugaces danzan
entre las ramas,
cada movimiento
se evapora en la hoguera del instante.
Desde lejos un rumor de pájaros
asedia el estanque y su quietud de jade.
Cuarzos de luz
cruzan un esplendor de nubes,
reverberan en las aguas mudas.
Un último andar en sigilo sepulta la oscuridad.
Intacta negrura de sombras.
El profundo cielo
es un canto impasible de cuervos.
Soñar: luz que se disuelve.
Sortilegio.
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Mutaciones
Se hunden relojes.
Prisión que de pronto acecha.
Espinas lapidan el fango de la memoria,
tanto rostro destejido por grises hilanderas.
Noches y días sobreviví errando desiertos
ciega en tus nervaduras invisibles.
Batalla sin tregua
invencible hasta la derrota.
¿Dónde está mi lugar entre despojos?
Mi sombra también se irá
en tu buque de fantasmas.
(c) Marlene Pasini
México
imagen: Leonora Carrington (de la muestra en el Centro Cultural Recoleta)
José Respaldiza Rojas
PIEDRA, GRAN AMIGA
Piedra, te saludo,
pero
¿Cuál piedra?
A la piedra
que en su edad,
la humanidad
inició
su historia.
O quizá
a la piedra
que en
el zapato
nos impide
avanzar.
¿Será la piedra
que día a día
se acumula
en los
riñones?
Tal vez
la piedra
amiga
que en la
cocina
machaca
los ojos.
O es la piedra
pisapapeles
del escritorio.
La monumental piedra
que erigió
Machu Picchu,
hoy maravilla
del mundo
¿merece el saludo?
Piedra
que de niño
me ayudaste
a jugar.
Piedra
causante
de la rotura
de un diente,
al comer arroz
sin limpiar.
Piedra
que en la
honda de
David
derrotaste
a Goliat.
Humilde
piedra pómez,
eres de gran
utilidad.
Piedra chancada,
aliada del
cemento constructor.
Piedra pedernal
con tus
saltarinas chispas
enciendes
la yesca.
Piedra lisa
que nos
permites pasar
el charco
sin ensuciarnos.
Piedra pequeña
que las niñas
pobres
del pueblo
usan para
jugar alegres
el yas.
Piedra preciosa
que la
avaricia humana
tu acumula.
Diminutas,
minúsculas,
insignificantes
piedrecillas
que hermanadas
hacen
la arena de
las playas.
Legendaria
piedra sacra,
cimiento
de la
Iglesia Católica.
Sabrosa
piedra de sopas
¿por qué
no existes?
Enigmática
piedra filosofal,
piedra
de afilar,
piedra
de toque,
tijera,
piedra, papel.
Piedra
sobre piedra
y sobre piedra.,
piedra.
A todas
las piedras
piedras
del mundo,
va mi
saludo.
(c) José Respaldiza Rojas
imagen:Coutaret (de la muestra Quinquela entre Fader y Berni - en la colección del Museo de Bellas Artes de La Boca, MUNTREF)
viernes, abril 24
Luis Alberto Ambroggio
Distancia de papel
“¿Cantaría el poeta sin la angustia del tiempo?”
Antonio Machado
Se apresuran los eventos,
pantallazos en un viaje a 300 kilómetros por hora,
y el futuro pasa por debajo de los pies.
La agenda, mi vieja agenda,
se está poblando de muertos.
Los ojos van enturbiando mis iniciales;
las fotos tienen palidez de losa.
El espejo desconoce
la telaraña de mi arquetipo.
La ciudad amanece
y se cansa en las caras.
Me sobrecoge el placer de visitar a Poe
en su tumba urbana de Baltimore.
El río desnudo
ya casi estanque y violeta.
Mi amante, una flor cansada
de tanta primavera y verano.
El argumento del tiempo
es un argumento desesperado.
La ex-comunión de los amantes
¿Qué es la muerte sino la piedra de la vida?
¿Qué es la vida sino el triunfo sobre la piedra?
¿Qué es la piedra sino el silencio?
¿Qué es el silencio sino la muerte?
EL POEMA DE LOS CUERPOS
“Tu cuerpo un dios
donde se acuesta el Alba”
Leticia Luna
Ved el poema de los cuerpos
de los dioses que se aman;
cómo se encajan y completan
en sus recodos secretos,
la posesión carnal
de un jardín divino.
Ved el poema de los cuerpos.
Miradlo en sus curvas nítidas y firmes,
suaves obras maestras habitadas en fuego.
Ved las piernas entrelazadas de amantes,
sus brazos derritiendo las piedras.
Oíd como se golpean con ruidos de olas;
el corazón abierto y la vida que los penetra;
un todo de ser vertiginoso canta latidos,
roce de cielos, volcanes de sudores dulces,
arriba y abajo de los montes.
Ved el poema de los cuerpos,
el esbozo de multitud en sus líneas,
la alas de sangre, el sol negro,
los pasillos de seda, pieles unísonas.
Recorred el poema con el lenguaje del tacto,
en la luz desnuda de la noche
acariciad el alma detrás de los ojos,
gozad el gusto supremo de frutas maduras
y volved una y otra vez,
con la fuerza del amor, sed y hambre,
lluvia flores de sol y vientos,
con aromas de sílabas, a su belleza...
al exacto poema de los cuerpos.
CÓMO ORGANIZAR EL AMOR
“...nunca hasta ahora
contemplé en el mundo
junto al volcán la flor”.
Bécquer
Lava negra, lava roja, lava blanca
y tus manos que trabajan el cuerpo.
Optas por el mandato del sol
para navegar abiertamente el laberinto
y redimir la promesa.
Ayer te regalé luz y lluvia para que aplaques
al dios de la soledad;
cuando recibas este fragmento de fuego
crea luz y crea vida.
El caudal irá arrullando cada uno
de los recodos,
elegantes instintos
y hoy, en estos instantes de fondo,
más allá del bien y el mal,
estaremos nítidamente unidos,
luego de pronunciar la explosión del voto solemne
que humedece el viento,
gozo a la vez supremo y absurdo.
Volcán del Teide, Tenerife.
(c) Luis Alberto Ambroggio
imagen: Lino Enea Spilimbergo (de la muestra Quinquela entre Fader y Berni, en la colección del Museo de Bellas Artes de La Boca, MUNTREF)
Elida Graciela Farini
LA CAUSA
Cuando hayamos soltado
nuestros nombres
al polvo de los siglos,
el viento arrullará
las hojarascas
de todos los olvidos.
Cuando hayamos encontrado
la luz perpetua
que se avizora tras las sombras,
caminaremos nuestras ansias
sobre las aguas
de las viejas clepsidras.
Cuando seamos sólo luz,
sólo resplandor,
sólo chispa divina,
la paz será la constante
cotidiana,
el gran misterio
y el Amor, la causa única
de todo el universo.
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LA SOMBRA DE LA ESFINGE
Fuera de todos los tiempos
tu imagen se me acerca.
Invade mis distancias,
obnubila mis silencios,
me despierta,
cual trampa del pasado
o del cansancio.
Tus fantasmas de siglos
me oscurecen.
Dolores del ayer ya calcinado
arrasan mis delirios.
Los días transcurridos no se han ido,
están aquí vibrando como antaño.
Hay seres permanentes a tu diestra.
Tu sombra de esfinge
me redime.
Hoy, como antes, los dioses se han dormido.
Transmigrantes de edades
¡ somos los mismos !
(c) Elida Graciela Farini
imagen: Frank Stella, Ambergris (de la muestra en el Malba)
miércoles, abril 22
Carlos Almira Picazo
Mientras afuera los cuervos
Compañero,
el tiempo va a separarnos;
juguemos ahora:
tú se el ladrón
y yo el policía;
esto se acaba;
el tiempo va a separarnos.
Farolas, noche fría,
dentro de mi abrigo
me hace cantar.
Encontrarás mis defectos,
de donde nace mi cariño.
Querrás descubrir las cosas
por ti solo.
No querrás ir de mi mano,
al principio me dolerá;
padre e hijo, la luna
colgará sobre la calle.
Las tardes corren por el cielo,
vienen a visitarte a ti solo.
Árbol nocturno apaciguado,
sin hacer ruido, fumarolas.
Entonces,
yo estaba suspendido de tu voz.
“Cerrad la ventana”,
decía alguien.
O ladraba un perro remoto.
Ruidos de puertas,
de tráfico, de pasos
en la escalera, y lo más asombroso,
de jardines, de atardecer.
¡Santas interrupciones
por las que ahora sé que he estado allí!
La vecina del entresuelo cuida de sus macetas.
Mientras, el cáncer avanza: le ha dado ya su plazo.
De la calle remota llega un rumor
que se absorbe en el sol de la mañana.
De vez en cuando ella levanta la cabeza como si escuchara.
La ciudad se borrará como después del diluvio:
sólo quedará una placita con un banco.
No importará lo que sientas:
te darás cuenta de que eres un extraño
y cualquier cosa te servirá de consuelo,
aunque sea una placita con un banco,
en la ciudad barrida por el diluvio.
La ambición es moneda corriente
El amor una forma de aturdirse:
tiene que haber algo más grande,
algo más digno por lo que vivir.
Así pensaba yo hasta hace poco,
lleno de orgullo, sin experiencia.
En vez de adaptarnos a las circunstancias,
mantengamos firme nuestra fe:
aquello en lo que creemos verdaderamente,
si nada nos hace cambiar de parecer;
tomando de cada día lo nuevo y singular,
aunque no se cumpla lo que esperamos, y el mal
y la necedad aparentemente triunfen;
no endurecidos sino más fuertes cada vez,
seamos algo más que un mero accidente.
El amor no hace que las cosas nos pertenezcan:
cuando duermes tu cuerpo tampoco te pertenece;
tu expresión ajena es una mariposa extraviada;
tus brazos sobre las sábanas, maderos entre olas.
El crepúsculo al fin, con su veneno,
se cuela por las calles fantasmales.
Amor, ya se insinúan tus corales,
podemos abrazarnos, todo es bueno.
Qué importa quiénes fuimos, a cuentagotas
el día se destila en nuestras venas.
Amor, todas las cosas están llenas
y todas las esclusas están rotas.
Olvidar cada día, tantos días:
el polvo, la ceniza que nos cerca.
Se ha abierto la veda de los abrazos.
Estamos solos, amor, como querías.
La vida es un espejo hecho pedazos,
algo inconmensurable que se acerca.
“Las cosas tristes se quedan en nosotros,
tienen nombres como las calles;
las cosas alegres
siguen adelante,
sin nombre” (Yehuda Amijaí).
¿A qué preguntar
si tengo coche,
o cambié de trabajo?
Si no vamos a vernos
ni podemos hacer
que todo sea como antes
(lo que es imposible),
entonces dejémoslo
que siga adelante
con olvidadiza alegría.
Domingo por la tarde: Dios bosteza;
lejos ensaya un pájaro enjaulado;
Carlos en su paisaje encaramado
otea el horizonte, pieza a pieza.
Algo calla, la vida , la belleza
-un ángel-, suena un claxon desmayado;
lejos ensaya un pájaro enjaulado;
alma adentro hay un túnel de tristeza.
Algo calla, la tarde gota a gota
escurre su nostalgia deicida;
el niño prueba todos los barrotes.
No cabe la cabeza, ni la bota
puede pisar los charcos con sus trotes;
ni bajo eso que calla está la vida.
Será cada ayer
como un ladrillo,
cuidadosamente dispuesto
en el muro.
En el parque los títeres se atizan: el guiñol;
pasan hombres difuntos solos, niños que no han nacido;
hay en el aire algo como un sabor a olvido;
los árboles, las nubes, los pájaros, el sol.
Don sol y doña luna presiden la batalla;
la tarde misteriosa flota con un temblor;
por un momento todo queda en suspenso, calla
sobre el dragón herido; lejos, un ruiseñor.
Pasan hombres que fueron niños, escuetos,
solos, con sus mortajas, con su incredulidad;
se paran a admirar los héroes de cartón.
Hay una nota fúnebre en los títeres quietos;
y como un anticipo de la Eternidad
que roza la arboleda febril del corazón.
No sé qué emociones me arrastran a ese día
donde llueve, como una calle que se aburre.
Esta es nuestra casa:
nosotros la pagamos;
esta es nuestra vida,
este, nuestro jardín.
Afuera: la desgracia;
el viento, el frío, la lluvia;
el aullido de los lobos.
Es absolutamente falso
que Dios naciera en un corral
y que vaya a redimir al mundo.
El mundo está maldito,
y los seres humanos
se diferencian del resto de los animales
en que roban y matan a conciencia.
Hasta el día en que todo
nos devuelva nuestra imagen,
un trazo aquí, otro allá,
-amor y odio mezclados-
he dibujado tu rostro.
El mundo se acabará
con todos sus libros,
todos sus amores,
pero tendré tu olor.
Habrá guerra
y de nuevo paz,
para pasear y vivir.
Volveré a ser niño
por la calle de la escuela,
con un gato entre los pies,
y aún tendré tu olor.
Ni los colores chillones;
ni el amor por Frank Sinatra;
ni los días de lluvia;
han evitado tu muerte.
Ni el sol de los domingos;
ni el rumor de la escalera;
ni el rumor de la infancia;
ni los zapatos nuevos,
sin estrenar.
No sabes que al romper sobre tu arena
el tiempo, con sus olas, te vacía;
que inexorablemente vendrá un día
en que caerá el telón sobre la escena.
Se rompió el eslabón de la cadena
que te ataba a las cosas todavía.
No sabes dónde fue tanta alegría,
cuándo huyó de tu rostro tanta pena.
Al mirarte al espejo una mañana
no encontraste al niño que tú fuiste,
y cruzaste la calle como un rito.
Te acodaste, sin brillo, en la ventana
negra, y te vio una calle triste,
que fue tuya, y después el infinito.
Por tu expresión abierta pasa un río,
ah, arboleda de otoño desvelada!
Rómpeme el corazón con esa espada,
antes de que me alcance tu vacío.
Que yo me enroscaré en tu escalofrío
y en tu risa de abril desarbolada;
antes de que me alcance tu mirada,
hazme un sitio en tu sueño y en tu frío!
Quiero el sol desabrido que te toca,
la curva de tu calle empinada,
y tus brazos en cruz como saetas!
Vendrá el mar a tallar tu ojo de roca
en los jardines de la madrugada,
a buscar esqueletos de cometas.
Yo sé que cada beso nos prepara
noches de soledad, días sin fruto;
diciembres de huracanes y de luto;
noches insomnes de pupila clara.
Que en tu frente, en tus ojos, en tu cara,
mi beso, lobo gris de flanco hirsuto,
no dejará ni un rastro diminuto,
en la lengua y los dientes que incendiara.
Yo sé que cada abrazo nos distancia
un poco más; que el lobo perseguido
de mi beso huye a un frío fugitivo.
He sembrado en el viento tu fragancia
por nieblas de recuerdos y de olvido,
aquí y ahora, herido en lo más vivo.
Vas a mi lado y hablamos: es la misma ciudad
desierta, enamorada, de nuestra juventud;
los faros lamen con sus ascuas heladas el ataúd
de las esquinas, negras como la Eternidad.
He cerrado los ojos para verte de nuevo
como entonces: el alma acaricia las cosas;
para oír tu silencio las calles van hermosas;
he cerrado los ojos donde siempre te llevo.
Todo es triste, tan triste, que ya casi me pesa;
y me duele tu voz, pájaro, heraldo prisionero;
la madrugada alumbra su rosal desahuciado.
Y tú vas a mi lado como entonces por esa
ciudad, que nos ahoga con su eterno aguacero:
con mi eterna nostalgia de hombre enamorado.
Me gustaría hablarte en voz muy baja;
que entre nosotros no quedase espacio;
acariciarte, hablarte muy despacio;
que el tiempo no jugase con ventaja.
Recoger aunque fuera una migaja
de tus profundidades de topacio;
Regresar de tu sueño muy despacio
con una flor marchita en la baraja.
Me gustaría hablarte tan bajito
que entre nosotros no quedase nada
más que un escalofrío infinito.
Y después despertarme muy despacio
entre las ondas de tu pelo lacio,
en el escalofrío de la almohada.
Nunca me había sentido tan ufano
por un poco de sol. Todos los días he nacido.
Lloro de agua, me acurruco en frías horas.
Deslindo tu silueta en plazas soleadas.
Hago el mismo paseo, leo el mismo libro.
Las voces germinan tras muros infranqueables.
La ciudad se prolonga tras muros infranqueables.
Tu voz vibra como las alas de los pájaros.
Nunca me había sentido tan ufano
por un poco de sol. Todos los días
despierto, me acurruco en horas frías
donde tu muerte es un sarcasmo vano
Paseo mi silencio meridiano
tras un muro. Como cuando vivías
palpita todo. La calle que subías
cada año florece más temprano.
Firmamento lleno de peces y de días,
qué heladas sombras van a atropellarte
con las flores del año que se ha ido.
Y te he hecho de tantas cosas mías
que me cuesta trabajo imaginarte
separado del hombre que he querido.
Ahora que todo ha pasado
qué sol, sentémonos
aquí; ahora que todo ha pasado
como un aullido o un arrullo,
sentémonos aquí.
Del claustro huye el infierno: ensaya
en el retiro de un ciprés
un pájaro, ha sido proclamado:
el amor vence a Dios.
El sol a punto de salir
por el hormiguero de mi sangre,
por el hormiguero de mi cuerpo,
con todos los sonidos del día.
Toda la noche se ha quedado en tus ojos.
África: un sol violento,
maciza como un sarcófago
entre dos océanos.
Nací a los siete años (antes era inmortal);
fui de un colegio de monjas a uno de curas;
renuncié a ser astronauta y vaquero del oeste;
tuve amigos que perdí y otros que me perdieron;
he vivido en muchas ciudades, siempre en la misma calle;
conocí a mi padre a los veinte años y me perdoné;
me he enamorado muchas veces antes de la primera;
-mi mujer estaba enamorada de mí antes de conocerme-;
estudié una carrera sin salidas y me salió bien;
quería comerme el mundo, ahora quiero pasear por la playa;
tuve un hijo como una torre en el horizonte;
y me moriré aunque no en París, un día cualquiera de sol.
El amor es la amalgama del mundo,
la rosa y el ruiseñor de Kayyam:
el amor hace posible lo imposible;
el sol se ha abrigado en el agua.
Amor, envíame
una sola gota
para que me hinche y estalle,
y saboree tus cielos.
Si soy un lirio
adornaré a tus reyes;
si soy un árbol
te daré mi sombra..
Ropas de verano, caras sonrientes.
Calabobos repentino.
Nadie corre.
La calle atestada, las tiendas abren sus persianas.
Dos estudiantes: sus voces
se reúnen con el ruido de la calle.
Yo solo: mi silencio.
Entre las mesas alineadas, la tarde.
La plaza de Las Monjas, la Gran Vía;
(una callecita cuyo nombre he olvidado);
parte de un dibujo borroso; voces de niños;
domingos desiertos; ¿qué canta dentro de uno?
Una cigüeña congelada en un vuelo bajo.
Gorrión de la mañana:
el amor
¿te hace volar como a mí?
Con razón o sin ella
me dejasteis solo:
sin pensar que la razón
necesita brazos y piernas
para andar por el mundo.
No volveremos a vernos:
creerás que te he engañado;
abrirás la ventana;
le ofrecerás tu rostro.
Sonreirás ante el espejo
mientras oyes la lluvia
que lava el pasado,
y enturbia el presente.
Ahí está Carlos, leyendo,
con su dolor de muelas;
ahí está Carlos, solo,
paseando a su Alma.
La tarde es un gato,
retazo de primavera.
Qué ternura, Lolita, vida mía
espera en tus rodillas y en tu oído;
por tu cara, una luna llena y fría
desciende hasta las fuentes de mi olvido.
Mañana será el llanto y la alegría;
la zozobra de todo lo que fuimos;
el amor que apostamos y perdimos;
el amor que nos salva todavía.
Qué ternura te llena, te insinúa:
el vientre va al galope hacia las manos
en flor, por tu regazo amanecido.
Mañana cada flor tendrá su púa;
la risa alumbrará sus dientes vanos
contra el árbol del mundo estremecido.
Blanco estallido de la ladera,
que anuncias la nada,
la única, la antigua
Nada, en la que creo.
Tu abrazo abarca toda mi esperanza,
bancal de mi alegría y de mis besos;
huerta donde floreces de mis huesos;
tempestad cuyos pétalos alcanza
mi risa, entreverada de añoranza,
lleva a tu boca pétalos ilesos;
mis sueños rompen ángeles y yesos;
mi amor asoma por tu semejanza.
Nunca pensé pedirte lo que digo;
nunca quise la vida como ahora;
hijo mío, mi abeja destrenzada.
Tú llevarás mi nada, mi testigo,
hijo mío; mi abrazo sin aurora,
más allá del amor y de la nada.
En este poema
hay una palabra
rebelde: abejorro
enamorado de su silencio.
El peral en flor
echó a volar,
dejó en tierra su perfume.
Mi amor, sólo una estela
de remordimientos.
Zarpo con el día
en el barco de los narcisos:
incrédulo y receloso,
a la inmensidad.
Ayer vi el sofá
de nuestros primeros
besos y abrazos.
Caballo del amor,
¡el tiempo ha desmontado a tu jinete!
Me llevé tu mirada
sin que nadie se asombrase
del brillo de la mía.
Amor, estoy en tus ojos y en tu respiración:
la vida es una serpiente; su escondrijo, un hilo de aire.
No me digas tu nombre;
no me hables de tu vida;
no me digas nada, amor:
los reyes, los libros son mudos.
(c) Carlos Almira Picazo
imagen:
ALIGHIERO BOETTI
"A veces sol a veces luna", (de la muestra en la Fundación Proa)
Cristina Castello
Dibujos de la U
Arte se escribe con U,
La vida se recrea en U,
La poesía existe porque U,
La libertad sueña con U,
La boca es víspera de besos
cuando dice U.
Chopin se escribe con U
Redon se escribe con U
Desnos se escribe con U
Las campanas tañen en U
La rebeldía nos salva por U.
Dos U se atraen en inmensidad amor.
Son búsqueda. Encuentro. Plenitud de lo incompleto.
U es el mito del andrógino primitivo de Platón.
Herradura, imán.
El amor son dos U que se tocan, se vibran.
Se acielan.
El amor son dos U
Que edifican un mundo
Y cambian el mundo.
U es dibujo de ausencia de las palabras que puebla.
A pocas habita
Pero está cuando palabra es confianza.
Plural.
Cuando palabra no es “yo” sino “nosotros”.
Es redondo el pie a tierra de la U.
Abrigo. Pan caliente. Amor.
Revolución de inocencia, libra su lucha,
Armada de palabras y proas celestes,
La U.
Se batió contra Hitler, la guerra y la muerte,
En la “H”, en la “M”, en la “G”.
La paz es una U,
Paloma, mensaje,
De Utopía,
De Unión.
Resistencia.
Siempre en Resistencia,
En todos los Mayos que fueron
Y serán.
Hasta la Libertad.
Contra los pájaros sin alas.
Contra los responsables
de estómagos gimientes.
De ojos en sombras.
De sueños amputados.
De oscuridad.
Barrilete a lo inasible, apertura al infinito, los brazos de la U.
Manos a inmensidad del director de orquesta cuando acontece la música,
La U.
Ojos al cielo,
Verticales contra inviernos,
Juergas cuando veranos,
Brazos a las estrellas,
La U.
El Universo es la U.
Y Beethoven cuando la Novena.
Y Picasso cuando el Guernica.
y Celan cuando Celan.
Gula de sol cuando es desierto,
U se hunde con diéresis en sombras.
Anteojos por vergüenza
De quienes deciden,
Que se acabe el canto
Que muera la música
Que poesía es lirismo
Que para qué pintura
Y que son profanos milagro y misterio.
U. Utopía, Universo, Única,
Se desnuda de gafas,
Y sin ropas, lucha,
Armada
De palabras y proas celestes.
Y entonces,
Ojos burbujas de esperanza
Y caras mapas de seres en víspera
Y certezas de alborozos
Y almas niñas de adultos inocentes.
Azul.
El Azul es una U invertida sobre la Tierra.
Y en la Tierra, cielo y U, que son el mismo Bien,
dan a luz París.
La U, París.
Suma de Belleza.
Bahía donde los barcos burlan fríos.
Boca arriba, sonrisa al Absoluto
De las máscaras griegas
Con hambre de U.
Arte, vida, poesía,
Justicia,
Se escriben con U.
U.
U es pájaros en vuelo,
Anticipo de besos,
Útero de Bien.
Esperanza, Abrazo, Caricia, Nido,
Himno, Sed.
Espejo donde el Universo sonríe a la Luz.
(c) Cristina Castello
imagen: Joan Miro, Colección Museo Rufino Tamayo (de la muestra en la Fundación Proa)
lunes, abril 20
Silvia Loustau
1
qué hay del otro lado del espejo
acaso relojes marcando
horas anteriores .
ayeres cansados de existir.
un Golem vivo para siempre.
emet escrito en letras de oro
la e imposible de borrar.
la vida en infinito.
ausencia de maná y miel.
un lejano volar de mil campanas
anunciando el suspiro final.
2
qué hacer
con este otoño
sin autor ni dueño.
qué hacer
con la juventud e las rosas
y el rocío cantando un aria en la ventana.
qué hacer
con esta certeza
de viaje postergado
de tiempo que no vuelve
con manos ateridas
ante ausencia de otras manos.
qué hacer
con este ramo de violetas
y esta mariposa
que no ha olvidado el vuelo de la infancia.
qué hacer.
( de: El metabolismo de la lágrima)
XXI
yo no veo con mis ojos: las
palabras son mis ojos.
Octavio Paz
las palabras desean hablar
escucharlas fue la primer tarea.
abrir / descubrir las palabras
fue abrirse uno mismo.
descubrir antiguas metáforas
fue ser alicia perdida en el jardín
escuchar la historia de las palabras
es entrar en la historia del ser.
pero esto que escribo / es sólo/
el fragmento de una meditación
la danza de un sufi / la magia de un druida/
la cuerda tensa de un violín / afinando /
para el próximo concierto/
es sólo un fragmento de la imaginación.
(De:Mandala)
(c) Silvia Loustau
Silvia Loustau dirige el blog:
www.silivialoustau.blogspot.com
imagen: Jesús Rafael Soto, Structure cinétique, (de la muestra en Fundación Proa)
Paulina Juszko
Lances en la capilla de las canossianas
Ton souvenir en moi luit comme un ostensoir!
Charles Baudelaire, Les fleurs du mal
Mínima blancura / pureza máxima irradiando solar en medio de la penumbra
engarce de oro para tanto albor
y en medio del silencio un perfume de claveles / azucenas / nardos
(cuando todavía perfumaban
cuando aún bodelerianas las flores se evaporaban cual incensarios).
Y en medio de la soledad presencias misteriosas frecuentando la ausencia
identidades ambiguas
(porque no era la misma hostia de los recortes guardados en los bolsillos para jugar
a la comunión
o las “cercenaduras” que el sacristán le regalaría mucho más tarde a su Cristinica
era lo mismo y no
de pronto no: Él la habitaba).
Y en medio de los rezos fijaba la vista en la custodia
sin pestañear
seguramente vería su rostro
(porque ella era buena / tenía fe / podía compararse sin desmedro a cualquier santo)
¿por qué a mí no?
¿por qué a mí no?
Y en medio de la adoración un duelo sin cuartel
estábamos enfrentados en la penumbra / en la soledad y el silencio / entre rezos
musitados
mis ojos te atravesaban con dardos de súplica.
Y en medio del mareo / de la náusea nacían serpientes que se deslizaban sobre los
reclinatorios:
la Frustración de cabeza gacha y ojos llenos de lágrimas
el Resentimiento áspid agresivo de mirada llameante y corazón insatisfecho
la Envidia enroscada sobre sí misma y mostrando su silbante lengua
la Soberbia reptil de belleza incomparable
las cuatro serpientes capitales tomando posesión de su presa.
---------
Hay noches en que
como los recolectores que descubren
diamantes perdidos en la basura
milagrosamente
entre los restos de mí misma
encuentro una chispa de vida.
La veo brillar
empecinada y absurda
en un revoltijo heterogéneo.
En medio de la podredumbre
de los abortos
de las sobras
lanza resplandores insólitos
llenos de gracia.
Es una sobreviviente
una náufraga
¿cómo ha podido abordar estas playas...?
(c) Paulina Juszko
imagen: Eugenio Daneri, sin título (de la muestra La mirada desde la sombra, Museo de Bellas Artes de La Boca Benito Quinquela Martín)
domingo, abril 19
Fran García Parra
CONFUSIÓN
1
Estoy apareciendo,
Cielo tardío.
Piel, cuerda y huella.
Estoy acariciando:
Signo, fuerza y danza.
2
Piensa
Que mañana la luna
Ya será de otros.
4
Es porque te pienso
Por lo que no quiero
Que te quedes conmigo.
5
Libre el verso en la cintura del tiempo.
6
Hay
Flujo vaginal
Por todas partes.
7
En un agujero de la
Luna
Inscribí por primera vez
Mi nombre.
Mientras divagaba
Me acordé del
Colmenar
Y de sus sombras vestidas de
Blanco.
Sentí
Que era el mismo
Lugar
Donde ya había encontrado al
Verbo.
Donde estaba lo que yo no podía
Exigir
Las ventanas abiertas del
Rastro.
8
Y no puedo seguir estando
Unido con el barro.
9
Bailaré por ti
Si sigue el silencio
De tus pechos en el aire.
10
Sepas que el poema
Empieza en tu piel,
No en tus ojos.
11
En los pétalos de la luna
Hay una mujer
Que huele a mí.
En su boca estoy yo
Sentado
Haciéndome aire.
12
Grito, que gritas
Paso, que paseas.
Limpio mi cuerpo
Y lo ensucio,
Pinto los trapos
Y los junto.
Agua, que fondeas
Fuego, que quemas.
Sabré sintiendo
Que o qué
(Es cierto).
13
Bailaré
Bailo
Baile
El viento.
14
O habitar el silencio
O pronunciar palabra.
O morder el labio
Y mover las manos.
15
Voy a verte,
Voy.
Deséame suerte.
Que voy a verte,
Va.
16
De la luna perfecta de tu boca.
Vendrás.
17
¿Y los
Pájaros?
(c) Fran García Parra
Fran García Parra nació en Murcia, vive actualmente en Barcelona
es director de la revista digital Toreteo. http://www.toreteo.com/
imagen:
Nicola de Maria, Maschera dell’amore, 1980 (de la muestra La Transvanguardia italiana en Fundación Proa)
sábado, abril 18
Paula Ruggeri
QUE NOCHE TE GUARDE
Rendido y violento y suave y mío
Yo soy copa en que se vierte tu dulce vino
Alma viajera en barco sin velas
Capitán extraño que en tal mar navegas
Tu sueño viaja entre estelas eternas
Que noche te guarde y día te beba
Rocen ya tus labios altares divinos
Bébase la noche tu lento suspiro
Como yo lo bebo.
Derramando vida como fuego
Dulce que es el hombre
Como yo lo sueño
Navegando fuerte por el río abierto
Torrente de rosas, de rosas sin dueño
Hombre derramado, derramada savia
Durmiendo en la luna de más blanda agua
Derramado fuego, guerra derramada
El más dulce beso que nunca diera espada
Tormenta embriagada en un mar tibio
Y en mí tu cuerpo llueve en oro y en limo
Como yo te lluevo
Bendito mi vientre que cobija tu sueño
LA VIDA QUE DEBO
Te bebo despacio, te bebo suave
Te bebo furiosa, violenta
Te bebo sofocada, te bebo exánime
Te bebo con ardor valiente
Te bebo con debilidad cobarde
Te bebo tibia, pacíficamente
Tengo la vida para beberte
Te bebo con prisa, te bebo lenta
Te bebo dormida, te bebo despierta
Lenta viene la tierra a soñarme muerta
Y yo sola sueño en la rosa abierta
Lenta viene la noche a ocultar mi ruego
Ruego desnuda ante cielo abierto
Lentos rugen los mares, pidiendo mi cuerpo
Y lenta naufrago en barca sin dueño
Lentas son las deudas que deben pagarse
Y mientras muerte sueña conmigo
Yo sueño tenerte
La vida que debo es para beberte
(c)Paula Ruggeri
imagen: Andy Warhol (Museo Rufino Tamayo, de la muestra en la Fundación Proa)
Rolando Revagliatti
Salven
Los salvavidas
de plomo
como los sentimientos
son un plomo
aunque
a veces
salven
vidas
los sentimientos.
_____________________________
Aún hoy
Logré que sucediera
y no sólo una vez
sino dos
y que una de las veces
fuera memorable
El alcance de mi logro
aún hoy
me devuelve al suceso.
_____________________________________
Humano
¿En el mismo río
cuántas veces me ahogué?
He sido en eso de ahogarme
tan estandar
Y lo he sido en eso
de ser mi propio río
no sé cuantas veces
ahogándome.
______________________________
A, para & ante
Los jóvenes extorsionando
a los viejos
Entre sí refractando los jóvenes
cinismo e insidia para
los viejos
Licuándose los jóvenes
diluyéndose ante los
viejos.
_________________________________
Qué interesante
Algo te incluye
algo me incluye
Algo incluye todo lo que hay
y todo lo que no hay
(entendiendo que incluye lo que podría no
[haber)
Te incluye porque vas a morir
me incluye porque no he nacido
(entendiendo que incluye que yo
podría
no nacer).
_______________________________________
Bien debiera ella saber
La simetría
me reconviene:
bien sabe ella que nada
del todo simétrico
podría esperarse
plausiblemente
de mí.
________________________________
Encarnación
Nosotros
los pensamientos del afiebrado
"encarnamos"
testimonio del pasmo
trasmitido a la empuñadura
del objeto punzante
que hiende el guiñapo
que es su mujer.
___________________________________
La falta de la sobra
No tiene pies ni cabeza
esto no tiene
ni pies
ni cabeza
Debe ser un sueño
Sin pies
ni cabeza
debe ser el sueño de un soñante
con predominio en pies
& cabeza.
____________________________________
Ella adujo
-Estoy interferido, es por eso-
musitó él
presa de confusión
-Ganado que hubo el más mejor
amado mío
sólo te resta
reconocer la derrota-
adujo
con sosiego exultante
la interferencia.
(c) Rolando Revagliatti
imagen: Francis Bacon (Museo Rufino Tamayo, de la muestra en la Fundación Proa)
Silvia Spínazzola (Silsh)
Por decir
Puedo decir quizá último espacio
contenedor de historias repetidas
en los zapatos rotos por su piedra.
O decir tal vez sensual fractura
del canal ilusorio que se invierte
al no hallar su punto de equilibrio.
Diré que el tiempo
es sólo un juego
sin más itinerario que la espuma
que deviene en un pez
sobre la tierra.
(c) Silvia Spinazzola (Silsh)
imagen: René Magritte (Museo Rufino Tamayo, de la muestra en la Fundación Proa)
viernes, abril 17
Amado Storni
ALGUNOS POETAS
ALGUNOS poetas escriben
creyendo que su soledad es compartida.
Otros porque piensan que su voz
es la voz de los que sufren,
de los que no saben hablar o no pueden hacerlo.
Los más se atreven a escribir sobre el Amor
sin haber amado nunca.
Y empachan de pasión
esos amores que siempre soñaron
y que no tuvieron nunca.
Incluso los hay que se pierden en vocablos,
ridículos pleonasmos,
epítetos absurdos,
redundancias mil veces redundantes.
Y ensucian las palabras
derramando sin sentido sobre lo que ya tiene sentido.
¡Y nadie les entiende!.
Algunos son poetas de salón,
poetas sumergidos
en las aguas siempre gélidas del éxito,
del éxito que efímero les da
el haber ganado un premio.
Poetas que se bañan
en las vanidosas aguas
de ver sus escritos viajando en Internet:
versos olvidados descansando
en foros literarios que ya nadie visita.
Hay poetas que cuando el compromiso y la verdad
incansables llaman a sus puertas
acaban por mirar hacia otro lado.
Poetas que enmarcan la poesía
con títulos que decoran
las paredes blanquecinas de un despacho.
Poetas que se pierden
en noches siempre oscuras
esperando que una musa
con forma de bombilla
por fin les ilumine.
Y a oscuras... siguen esperando.
He leído versos aburridos,
poemas que despliegan horizontes,
que tropiezan
y acaban desplomándose en el suelo.
Y mientras mis poemas,
perfumados muchas veces de espejismos
y otras tantas de ilusiones,
esperan en silencio
que el tiempo los rescate
de ese olvido tantas veces olvidado,
que huérfanos de sueños
alguien los adopte como suyos.
Versos incompletos,
dislocados,
repartidos,
versos infectados de esperanza,
preñados de futuros,
insomnes de pasiones,
compartidos,
inmortales,
para siempre.
Pero Bécquer solo hay uno.
(c) Amado Storni
imagen: Rómulo Maccio, Puente, (de la muestra en el Museo Nacional de Bellas Artes- Buenos Aires)
José Manuel Sanrodri
ANILLOS DESPUÉS DE UNA BODA
Troncos que amurallan el horizonte solar
en su auténtica magnitud de hiperrealismo,
literalmente los corazones se barajan sin más,
transitando las huesudas torres corpulentas
con el apodo grabado de su idealismo.
Ardientes huecos abruptos sellando el olvido
que se refugia a través de la niebla sin habla
para inyectar en sus dedos tres anillos:
El primero: los recuerdos insaciables del niño,
el segundo: los reproches de luz que se extienden contigo
y el tercer anillo, tuerce uno de tus ojos de cuello
sobre la cúpula de hierro de la catedral del destino.
Rocíame delirante arroz amarillo
y clávame el cuarto anillo, de casada y casado
para esta jaula de mis desnudos grillos.
Ya te hablé cuando éramos viñetas desdibujadas
en barrancos dañados de cicatrices al amanecer,
palabras apócrifas que rebotan en sus edades efervescentes
y si la orfebrería del anillo aprisiona mi dedo
dejaré de ser una piedra que se cruce en un camino
de fábulas acechada por los espejos.
PRIVADA DANZA DE MÚSICA
Unos oídos que se han quedado ciegos
se resignan a escuchar el vértigo vacío de la música,
donde los violines de las chicharras descifran el silencio
y el frágil pentagrama interpreta irrespirables notas
para que dance una muñequita con ojos de goma
que pernocta en el interior, de un joyero en madera rota.
Al hervir en el aire la vigilia de una melodía metálica,
los dedos de mis pies se apuntalan en el torpe zapateo
de secas polifonías, no se escucha el vinilo arcaico de burbujas,
y mis piernas, son reemplazadas por los resortes de bisagras
de las que cierran y abren en el agua de ese cuerpo mío;
la música rescinde y la polichinela en el último giro se desarma.
(c) José Manuel Sanrodri
España
imagen:Rómulo Maccio, Otoño (de la muestra en el Museo Nacional de Bellas Artes - Buenos Aires)
Gloria Dávila Espinoza
BARRO Y SAL
Tarde:
Te asomas y gritas a mil vientos
apenas tu rostro es noche
tu leve ronquido
tras el pórtico
se oye languideciendo
un hombre de sal quieres ser
cierro mis ojos al mundo y
sois eremita en mis pasos cedidos
que a exactitud de mujer en cintos
preñado de olores es viento de mi barro en tarima
que siente devorar un siglo en artesas
mientras susurras a oídos que sois:
eclipse lunar
nube herida
fuego de mi vientre que hierve
para el que no hay
asbesto que soporte.
Allí…Barro y Sal
sucumben a sus delirios
de pétalos, antorchas y saetas
silbando a miembro y cáliz
zurcidos por el tiempo que es eternidad en tu fiereza
que a graznidos perfila el mar en mis pies
para legarme toda mi esencia de mujer en barro y sal
y que me azote la luz en ciernes
para hacerme círculo y fuego.
© Gloria Dávila Espinoza
Poemas del Libro inédito “Fuego del Cadalso”
Perú
imagen: Rómulo Maccio, El pato de la boda,(de la muestra en el Museo Nacional de Bellas Artes- Buenos Aires)
lunes, abril 13
Albem Fuentes
Cansa vivir cada día
Solo.
Cansa vivir.
Hacer la música del mundo.
Cansa.
Ofrecer la doble mejilla.
Cansa.
Administrar frustraciones de otros.
Cansa.
Alterar.
Posponer.
Alterar.
Posponer.
Reducir el sentido.
Cansa.
Cansa vivir cada día.
Solo.
Con los demás.
Solo.
Por los demás.
Solo.
Para los demás.
Cansa vivir tu precioso tiempo
Y al final nadie lo aprecia en su real significado,
como mi padre supo decirme
poco antes de morir.
(c) Albem Fuentes
De Con cierta elegancia
(enviado por Edel Morales, Cuba)
imagen: fotografía de Maider Bilbao, ver galería de imágenes en la revista Archivos del Sur)
Ulises Varsovia
Clarividencia
Clarividencia cristal,
cristalina clarividencia
la poesía
envuelta en túnica talar, huidiza en cadencias
de fugaz melodía.
Lámpara luminosidad,
lámpara luz esplendente
encendida
de misterio oracular,
fluyendo a torrentes
y apenas asida.
Toda su virtud llamear
de desnuda claridad
ofrecida,
y su vuelo parpadear
con alas celeridad
sólo sentidas.
Ráfaga luz incendiaria,
ráfaga lumbre de astros
adormecida
en el espejo del agua,
roto si la sed sus labios,
o apenas decirla.
Clarividencia cristal,
diáfano río sonando
la poesía,
y su veloz parpadear
en tu ansiedad un resabio
de melancolía.
De:Racimos (1998)
(Inédito)
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Llaves
Años de difusa luz
detenidos, temblorosos,
en la caligrafía
de mis viejos cuadernos.
Alguien vino aquella vez,
alguien tocó a mi puerta,
y me entregó un manojo
de llaves oxidadas,
carcomidas por el tiempo.
¿Qué cerradura abriré,
a qué casa fantasma
regresaré con los míos
a soplar el polvo,
a reconocernos, di?
¿En qué fría habitación,
sobre qué lecho vetusto
depositaré mi cuerpo
para volver a dormir,
para regresar del sueño?
¿Y quién nos llamará, di,
quién irá de cuarto en cuarto
llamándonos en alta voz,
pronunciádonos despierta,
con la misma voz del ayer?
Imágenes de mi cuaderno,
letras que escribí llorando
para arrancarnos del polvo,
para volver a vivir.
Alguien vino, sí, hermanos,
alguien me reconoció,
alguien me entregó las llaves
de las viejas cerraduras,
de una casa, un lecho, una voz.
De: Pasto de las llamas (2008)
(Inédito)
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Bruma materna
De entre la bruma asome una mano,
asome un rostro inconfundible
lleno de indelebles cicatrices,
asomen las fotografías
de niños clavados en el tiempo,
y la silueta de una mujer
de indefinibles rasgos, llorando.
Nadie más que tú, desconocido,
anónimo viajero en camino
por las páginas de las vidas,
nadie más que tú los indicios,
las llaves, los escondrijos,
el aroma de los ausentes.
Tú el mismo el que allí, detenido
en medio de brumosas formas,
tú mismo el que soplando, hinchados
los carrillos de tempestades,
tú el único, hijo, que en lo alto
con tu mirada pura tendida,
mirando acercarse a los difuntos.
Déjala levantarse, siquiera,
déjala proferir, llorando,
las palabras del perdón, siquiera.
Déjame, hijo, llegar a tu vera,
y acariciar tus amados rasgos,
y decirte adiós por vez postrera.
(Pero has de seguir asomando
por entre la materna bruma,
con tu inconfundible rostro
lleno de indelebles cicatrices,
y la silueta de otra mujer
de indefinibles rasgos, llorando).
(inédito)
(c) Ulises Varsovia
Chile- Suiza
imagen: Sola, Martín Di Girolamo, (de la muestra "De rosas, capullos y otras fábulas" en la Fundación Proa)
sábado, abril 11
Elena Caricati Pennella
OLGA OROZCO
El oro fino de los iniciados
está en tu nombre.
Escribiste con tus manos de sacerdotisa,
tus pies sacramentales,
con todo tu cuerpo
y la poesía te cubrió con su manto dual,
ferocidad y esplendor.
Un sendero cruciforme fue señal.
Nada puede alucinar más
que una constelación adversa.
Anduviste por ciénagas y terraplenes,
travesías por mares tenebrosos
pero construiste un mandala
de cuarzo y sal
para mantener el orden de los salmos.
Has dejado atrás los sótanos de niebla,
los cuervos retornaron a otros espacios,
no te persiguen las encrucijadas de la noche,
descansan los chacales y las profecías
entre las runas y las cartas del tarot.
Ahora los espíritus numinosos
que entre la vigilia y el sueño
jadeaban sobre tu rostro
se han reunido,
comparten tu delicado aposento
en la patria de los querubines
donde el lirio es eterno
y el agua de las vasijas
es transmutada en vino.
Ya no hay ausencias,
en lo invisible reina la totalidad.
La quinta estrella brilla sobre tus cabellos.
La cegadora luz resplandece
en tus ojos de esmeralda
como la tabula de Hermes.
Gran poeta,
en los anaqueles celestes
tus libros revelados se pueden leer
con los ojos del espíritu
como leen los muertos y los santos
la escritura de los ángeles.
(c) Elena Caricati Pennella
(Buenos Aires 1936 - José León Suárez,2009)
De su libro Liturgia del abismo (Munro, 2008)
(enviado por la Sociedad de Escritores de San Martín -SESAM)
Imagen: Alfredo Volpi, Vista de Itamhaém con mar al fondo (de la muestra en el Malba)
Nela Rio
Sólo para verte
“...y si alguien me llama
díle que me he ido”
Alfonsina Storni
Quizás llamara en aquél día
en que sólo tu silencio lo abrazara.
Quizás
volviera al mar, para verte,
sólo para verte,
y caminara turbado la forma de tus pasos.
Quizás concibiera tu nombre escrito en algas
o imaginara tu boca entre azucenas.
Pudiera ser
que te supiera en el sol que tirita en los abismos
y sintiendo la sal deshacerse en su boca
retomara los pasos hasta ahogarse en sí mismo.
Nunca supo, ¿recuerdas?,
que era silencioso el fragor de las olas
y que tú,
con los ojos abiertos,
te echabas a volar sobre la historia.
(c) Nela Rio
En Homenaje a Alfonsina Storni, Antología poética. Academia Iberoamericana de Poesía, Capítulo de Málaga, Málaga, España, 1996. Poema de Nela Rio en pg.33
imagen: Roberto Rossi, Tazas y frutas, (de la muestra en el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco)