sábado, abril 25

Marlene Pasini





Sortilegio


Ondulación perdida
en la mirada,
inscripciones de lo invisible
caen al fondo del sueño.
Insignias de otro tiempo.

Alas fugaces danzan
entre las ramas,
cada movimiento
se evapora en la hoguera del instante.

Desde lejos un rumor de pájaros
asedia el estanque y su quietud de jade.

Cuarzos de luz
cruzan un esplendor de nubes,
reverberan en las aguas mudas.


Un último andar en sigilo sepulta la oscuridad.

Intacta negrura de sombras.

El profundo cielo
es un canto impasible de cuervos.

Soñar: luz que se disuelve.
Sortilegio.



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Mutaciones



Se hunden relojes.

Prisión que de pronto acecha.

Espinas lapidan el fango de la memoria,
tanto rostro destejido por grises hilanderas.

Noches y días sobreviví errando desiertos
ciega en tus nervaduras invisibles.


Batalla sin tregua
invencible hasta la derrota.

¿Dónde está mi lugar entre despojos?

Mi sombra también se irá
en tu buque de fantasmas.


(c) Marlene Pasini


México

imagen: Leonora Carrington (de la muestra en el Centro Cultural Recoleta)

José Respaldiza Rojas


PIEDRA, GRAN AMIGA


Piedra, te saludo,

pero

¿Cuál piedra?

A la piedra

que en su edad,

la humanidad

inició

su historia.

O quizá

a la piedra

que en

el zapato

nos impide

avanzar.


¿Será la piedra

que día a día

se acumula

en los

riñones?

Tal vez

la piedra

amiga

que en la

cocina

machaca

los ojos.

O es la piedra

pisapapeles

del escritorio.

La monumental piedra

que erigió

Machu Picchu,

hoy maravilla

del mundo

¿merece el saludo?


Piedra

que de niño

me ayudaste

a jugar.

Piedra

causante

de la rotura

de un diente,

al comer arroz

sin limpiar.

Piedra

que en la

honda de

David

derrotaste

a Goliat.

Humilde

piedra pómez,

eres de gran

utilidad.

Piedra chancada,

aliada del

cemento constructor.

Piedra pedernal

con tus

saltarinas chispas

enciendes

la yesca.

Piedra lisa

que nos

permites pasar

el charco

sin ensuciarnos.

Piedra pequeña

que las niñas

pobres

del pueblo

usan para

jugar alegres

el yas.

Piedra preciosa

que la

avaricia humana

tu acumula.

Diminutas,

minúsculas,

insignificantes

piedrecillas

que hermanadas

hacen

la arena de

las playas.

Legendaria

piedra sacra,

cimiento

de la

Iglesia Católica.

Sabrosa

piedra de sopas

¿por qué

no existes?

Enigmática

piedra filosofal,

piedra

de afilar,

piedra

de toque,

tijera,

piedra, papel.

Piedra

sobre piedra

y sobre piedra.,

piedra.

A todas

las piedras

piedras

del mundo,

va mi

saludo.

(c) José Respaldiza Rojas

imagen:Coutaret (de la muestra Quinquela entre Fader y Berni - en la colección del Museo de Bellas Artes de La Boca, MUNTREF)

viernes, abril 24

Luis Alberto Ambroggio


Distancia de papel

“¿Cantaría el poeta sin la angustia del tiempo?”

Antonio Machado



Se apresuran los eventos,

pantallazos en un viaje a 300 kilómetros por hora,

y el futuro pasa por debajo de los pies.

La agenda, mi vieja agenda,

se está poblando de muertos.

Los ojos van enturbiando mis iniciales;

las fotos tienen palidez de losa.

El espejo desconoce

la telaraña de mi arquetipo.

La ciudad amanece

y se cansa en las caras.

Me sobrecoge el placer de visitar a Poe

en su tumba urbana de Baltimore.

El río desnudo

ya casi estanque y violeta.

Mi amante, una flor cansada

de tanta primavera y verano.

El argumento del tiempo

es un argumento desesperado.














La ex-comunión de los amantes




¿Qué es la muerte sino la piedra de la vida?

¿Qué es la vida sino el triunfo sobre la piedra?

¿Qué es la piedra sino el silencio?

¿Qué es el silencio sino la muerte?



EL POEMA DE LOS CUERPOS


“Tu cuerpo un dios

donde se acuesta el Alba”

Leticia Luna



Ved el poema de los cuerpos

de los dioses que se aman;

cómo se encajan y completan

en sus recodos secretos,

la posesión carnal

de un jardín divino.

Ved el poema de los cuerpos.

Miradlo en sus curvas nítidas y firmes,

suaves obras maestras habitadas en fuego.

Ved las piernas entrelazadas de amantes,

sus brazos derritiendo las piedras.

Oíd como se golpean con ruidos de olas;

el corazón abierto y la vida que los penetra;

un todo de ser vertiginoso canta latidos,

roce de cielos, volcanes de sudores dulces,

arriba y abajo de los montes.

Ved el poema de los cuerpos,

el esbozo de multitud en sus líneas,

la alas de sangre, el sol negro,

los pasillos de seda, pieles unísonas.

Recorred el poema con el lenguaje del tacto,

en la luz desnuda de la noche

acariciad el alma detrás de los ojos,

gozad el gusto supremo de frutas maduras

y volved una y otra vez,

con la fuerza del amor, sed y hambre,

lluvia flores de sol y vientos,

con aromas de sílabas, a su belleza...

al exacto poema de los cuerpos.





CÓMO ORGANIZAR EL AMOR

“...nunca hasta ahora

contemplé en el mundo

junto al volcán la flor”.

Bécquer



Lava negra, lava roja, lava blanca

y tus manos que trabajan el cuerpo.

Optas por el mandato del sol

para navegar abiertamente el laberinto

y redimir la promesa.

Ayer te regalé luz y lluvia para que aplaques

al dios de la soledad;

cuando recibas este fragmento de fuego

crea luz y crea vida.

El caudal irá arrullando cada uno

de los recodos,

elegantes instintos

y hoy, en estos instantes de fondo,

más allá del bien y el mal,

estaremos nítidamente unidos,

luego de pronunciar la explosión del voto solemne

que humedece el viento,

gozo a la vez supremo y absurdo.


Volcán del Teide, Tenerife.


(c) Luis Alberto Ambroggio


imagen: Lino Enea Spilimbergo (de la muestra Quinquela entre Fader y Berni, en la colección del Museo de Bellas Artes de La Boca, MUNTREF)

Elida Graciela Farini


LA CAUSA




Cuando hayamos soltado

nuestros nombres

al polvo de los siglos,

el viento arrullará

las hojarascas

de todos los olvidos.

Cuando hayamos encontrado

la luz perpetua

que se avizora tras las sombras,

caminaremos nuestras ansias

sobre las aguas

de las viejas clepsidras.

Cuando seamos sólo luz,

sólo resplandor,

sólo chispa divina,

la paz será la constante

cotidiana,

el gran misterio

y el Amor, la causa única

de todo el universo.





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LA SOMBRA DE LA ESFINGE





Fuera de todos los tiempos

tu imagen se me acerca.

Invade mis distancias,

obnubila mis silencios,

me despierta,

cual trampa del pasado

o del cansancio.

Tus fantasmas de siglos

me oscurecen.

Dolores del ayer ya calcinado

arrasan mis delirios.

Los días transcurridos no se han ido,

están aquí vibrando como antaño.

Hay seres permanentes a tu diestra.

Tu sombra de esfinge

me redime.

Hoy, como antes, los dioses se han dormido.

Transmigrantes de edades

¡ somos los mismos !

(c) Elida Graciela Farini



imagen: Frank Stella, Ambergris (de la muestra en el Malba)

miércoles, abril 22

Carlos Almira Picazo


Mientras afuera los cuervos









Compañero,

el tiempo va a separarnos;

juguemos ahora:

tú se el ladrón

y yo el policía;

esto se acaba;

el tiempo va a separarnos.



Farolas, noche fría,

dentro de mi abrigo

me hace cantar.







Encontrarás mis defectos,

de donde nace mi cariño.

Querrás descubrir las cosas

por ti solo.

No querrás ir de mi mano,

al principio me dolerá;

padre e hijo, la luna

colgará sobre la calle.




Las tardes corren por el cielo,

vienen a visitarte a ti solo.

Árbol nocturno apaciguado,

sin hacer ruido, fumarolas.













Entonces,

yo estaba suspendido de tu voz.

“Cerrad la ventana”,

decía alguien.

O ladraba un perro remoto.

Ruidos de puertas,

de tráfico, de pasos

en la escalera, y lo más asombroso,

de jardines, de atardecer.

¡Santas interrupciones

por las que ahora sé que he estado allí!




La vecina del entresuelo cuida de sus macetas.

Mientras, el cáncer avanza: le ha dado ya su plazo.

De la calle remota llega un rumor

que se absorbe en el sol de la mañana.

De vez en cuando ella levanta la cabeza como si escuchara.




La ciudad se borrará como después del diluvio:

sólo quedará una placita con un banco.

No importará lo que sientas:

te darás cuenta de que eres un extraño

y cualquier cosa te servirá de consuelo,

aunque sea una placita con un banco,

en la ciudad barrida por el diluvio.



La ambición es moneda corriente

El amor una forma de aturdirse:

tiene que haber algo más grande,

algo más digno por lo que vivir.

Así pensaba yo hasta hace poco,

lleno de orgullo, sin experiencia.










En vez de adaptarnos a las circunstancias,

mantengamos firme nuestra fe:

aquello en lo que creemos verdaderamente,

si nada nos hace cambiar de parecer;

tomando de cada día lo nuevo y singular,

aunque no se cumpla lo que esperamos, y el mal

y la necedad aparentemente triunfen;

no endurecidos sino más fuertes cada vez,

seamos algo más que un mero accidente.




El amor no hace que las cosas nos pertenezcan:

cuando duermes tu cuerpo tampoco te pertenece;

tu expresión ajena es una mariposa extraviada;

tus brazos sobre las sábanas, maderos entre olas.



El crepúsculo al fin, con su veneno,

se cuela por las calles fantasmales.

Amor, ya se insinúan tus corales,

podemos abrazarnos, todo es bueno.

Qué importa quiénes fuimos, a cuentagotas

el día se destila en nuestras venas.

Amor, todas las cosas están llenas

y todas las esclusas están rotas.

Olvidar cada día, tantos días:

el polvo, la ceniza que nos cerca.

Se ha abierto la veda de los abrazos.

Estamos solos, amor, como querías.

La vida es un espejo hecho pedazos,

algo inconmensurable que se acerca.















“Las cosas tristes se quedan en nosotros,

tienen nombres como las calles;

las cosas alegres

siguen adelante,

sin nombre” (Yehuda Amijaí).


¿A qué preguntar

si tengo coche,

o cambié de trabajo?

Si no vamos a vernos

ni podemos hacer

que todo sea como antes

(lo que es imposible),

entonces dejémoslo

que siga adelante

con olvidadiza alegría.







Domingo por la tarde: Dios bosteza;

lejos ensaya un pájaro enjaulado;

Carlos en su paisaje encaramado

otea el horizonte, pieza a pieza.

Algo calla, la vida , la belleza

-un ángel-, suena un claxon desmayado;

lejos ensaya un pájaro enjaulado;

alma adentro hay un túnel de tristeza.



Algo calla, la tarde gota a gota

escurre su nostalgia deicida;

el niño prueba todos los barrotes.

No cabe la cabeza, ni la bota

puede pisar los charcos con sus trotes;

ni bajo eso que calla está la vida.




Será cada ayer

como un ladrillo,

cuidadosamente dispuesto

en el muro.



En el parque los títeres se atizan: el guiñol;

pasan hombres difuntos solos, niños que no han nacido;

hay en el aire algo como un sabor a olvido;

los árboles, las nubes, los pájaros, el sol.

Don sol y doña luna presiden la batalla;

la tarde misteriosa flota con un temblor;

por un momento todo queda en suspenso, calla

sobre el dragón herido; lejos, un ruiseñor.

Pasan hombres que fueron niños, escuetos,

solos, con sus mortajas, con su incredulidad;

se paran a admirar los héroes de cartón.

Hay una nota fúnebre en los títeres quietos;

y como un anticipo de la Eternidad

que roza la arboleda febril del corazón.



No sé qué emociones me arrastran a ese día

donde llueve, como una calle que se aburre.



Esta es nuestra casa:

nosotros la pagamos;

esta es nuestra vida,

este, nuestro jardín.

Afuera: la desgracia;

el viento, el frío, la lluvia;

el aullido de los lobos.


Es absolutamente falso

que Dios naciera en un corral

y que vaya a redimir al mundo.

El mundo está maldito,

y los seres humanos

se diferencian del resto de los animales

en que roban y matan a conciencia.



Hasta el día en que todo

nos devuelva nuestra imagen,

un trazo aquí, otro allá,

-amor y odio mezclados-

he dibujado tu rostro.




El mundo se acabará

con todos sus libros,

todos sus amores,

pero tendré tu olor.

Habrá guerra

y de nuevo paz,

para pasear y vivir.

Volveré a ser niño

por la calle de la escuela,

con un gato entre los pies,

y aún tendré tu olor.




Ni los colores chillones;

ni el amor por Frank Sinatra;

ni los días de lluvia;

han evitado tu muerte.

Ni el sol de los domingos;

ni el rumor de la escalera;

ni el rumor de la infancia;

ni los zapatos nuevos,

sin estrenar.



No sabes que al romper sobre tu arena

el tiempo, con sus olas, te vacía;

que inexorablemente vendrá un día

en que caerá el telón sobre la escena.

Se rompió el eslabón de la cadena

que te ataba a las cosas todavía.

No sabes dónde fue tanta alegría,

cuándo huyó de tu rostro tanta pena.

Al mirarte al espejo una mañana

no encontraste al niño que tú fuiste,

y cruzaste la calle como un rito.

Te acodaste, sin brillo, en la ventana

negra, y te vio una calle triste,

que fue tuya, y después el infinito.
















Por tu expresión abierta pasa un río,

ah, arboleda de otoño desvelada!

Rómpeme el corazón con esa espada,

antes de que me alcance tu vacío.

Que yo me enroscaré en tu escalofrío

y en tu risa de abril desarbolada;

antes de que me alcance tu mirada,

hazme un sitio en tu sueño y en tu frío!

Quiero el sol desabrido que te toca,

la curva de tu calle empinada,

y tus brazos en cruz como saetas!

Vendrá el mar a tallar tu ojo de roca

en los jardines de la madrugada,

a buscar esqueletos de cometas.



Yo sé que cada beso nos prepara

noches de soledad, días sin fruto;

diciembres de huracanes y de luto;

noches insomnes de pupila clara.

Que en tu frente, en tus ojos, en tu cara,

mi beso, lobo gris de flanco hirsuto,

no dejará ni un rastro diminuto,

en la lengua y los dientes que incendiara.

Yo sé que cada abrazo nos distancia

un poco más; que el lobo perseguido

de mi beso huye a un frío fugitivo.



He sembrado en el viento tu fragancia

por nieblas de recuerdos y de olvido,

aquí y ahora, herido en lo más vivo.










Vas a mi lado y hablamos: es la misma ciudad

desierta, enamorada, de nuestra juventud;

los faros lamen con sus ascuas heladas el ataúd

de las esquinas, negras como la Eternidad.



He cerrado los ojos para verte de nuevo

como entonces: el alma acaricia las cosas;

para oír tu silencio las calles van hermosas;

he cerrado los ojos donde siempre te llevo.



Todo es triste, tan triste, que ya casi me pesa;

y me duele tu voz, pájaro, heraldo prisionero;

la madrugada alumbra su rosal desahuciado.



Y tú vas a mi lado como entonces por esa

ciudad, que nos ahoga con su eterno aguacero:

con mi eterna nostalgia de hombre enamorado.





Me gustaría hablarte en voz muy baja;

que entre nosotros no quedase espacio;

acariciarte, hablarte muy despacio;

que el tiempo no jugase con ventaja.

Recoger aunque fuera una migaja

de tus profundidades de topacio;

Regresar de tu sueño muy despacio

con una flor marchita en la baraja.

Me gustaría hablarte tan bajito

que entre nosotros no quedase nada

más que un escalofrío infinito.

Y después despertarme muy despacio

entre las ondas de tu pelo lacio,

en el escalofrío de la almohada.








Nunca me había sentido tan ufano

por un poco de sol. Todos los días he nacido.

Lloro de agua, me acurruco en frías horas.

Deslindo tu silueta en plazas soleadas.



Hago el mismo paseo, leo el mismo libro.

Las voces germinan tras muros infranqueables.

La ciudad se prolonga tras muros infranqueables.

Tu voz vibra como las alas de los pájaros.




Nunca me había sentido tan ufano

por un poco de sol. Todos los días

despierto, me acurruco en horas frías

donde tu muerte es un sarcasmo vano

Paseo mi silencio meridiano

tras un muro. Como cuando vivías

palpita todo. La calle que subías

cada año florece más temprano.

Firmamento lleno de peces y de días,

qué heladas sombras van a atropellarte

con las flores del año que se ha ido.

Y te he hecho de tantas cosas mías

que me cuesta trabajo imaginarte

separado del hombre que he querido.




Ahora que todo ha pasado

qué sol, sentémonos

aquí; ahora que todo ha pasado

como un aullido o un arrullo,

sentémonos aquí.





Del claustro huye el infierno: ensaya

en el retiro de un ciprés

un pájaro, ha sido proclamado:

el amor vence a Dios.





El sol a punto de salir

por el hormiguero de mi sangre,

por el hormiguero de mi cuerpo,

con todos los sonidos del día.

Toda la noche se ha quedado en tus ojos.




África: un sol violento,

maciza como un sarcófago

entre dos océanos.




Nací a los siete años (antes era inmortal);

fui de un colegio de monjas a uno de curas;

renuncié a ser astronauta y vaquero del oeste;

tuve amigos que perdí y otros que me perdieron;

he vivido en muchas ciudades, siempre en la misma calle;

conocí a mi padre a los veinte años y me perdoné;

me he enamorado muchas veces antes de la primera;

-mi mujer estaba enamorada de mí antes de conocerme-;

estudié una carrera sin salidas y me salió bien;

quería comerme el mundo, ahora quiero pasear por la playa;

tuve un hijo como una torre en el horizonte;

y me moriré aunque no en París, un día cualquiera de sol.





El amor es la amalgama del mundo,

la rosa y el ruiseñor de Kayyam:

el amor hace posible lo imposible;

el sol se ha abrigado en el agua.









Amor, envíame

una sola gota

para que me hinche y estalle,

y saboree tus cielos.

Si soy un lirio

adornaré a tus reyes;

si soy un árbol

te daré mi sombra..





Ropas de verano, caras sonrientes.

Calabobos repentino.

Nadie corre.

La calle atestada, las tiendas abren sus persianas.



Dos estudiantes: sus voces

se reúnen con el ruido de la calle.

Yo solo: mi silencio.

Entre las mesas alineadas, la tarde.



La plaza de Las Monjas, la Gran Vía;

(una callecita cuyo nombre he olvidado);

parte de un dibujo borroso; voces de niños;

domingos desiertos; ¿qué canta dentro de uno?

Una cigüeña congelada en un vuelo bajo.





Gorrión de la mañana:

el amor

¿te hace volar como a mí?






Con razón o sin ella

me dejasteis solo:

sin pensar que la razón

necesita brazos y piernas

para andar por el mundo.



No volveremos a vernos:

creerás que te he engañado;

abrirás la ventana;

le ofrecerás tu rostro.

Sonreirás ante el espejo

mientras oyes la lluvia

que lava el pasado,

y enturbia el presente.



Ahí está Carlos, leyendo,

con su dolor de muelas;

ahí está Carlos, solo,

paseando a su Alma.

La tarde es un gato,

retazo de primavera.


Qué ternura, Lolita, vida mía

espera en tus rodillas y en tu oído;

por tu cara, una luna llena y fría

desciende hasta las fuentes de mi olvido.

Mañana será el llanto y la alegría;

la zozobra de todo lo que fuimos;

el amor que apostamos y perdimos;

el amor que nos salva todavía.

Qué ternura te llena, te insinúa:

el vientre va al galope hacia las manos

en flor, por tu regazo amanecido.

Mañana cada flor tendrá su púa;

la risa alumbrará sus dientes vanos

contra el árbol del mundo estremecido.



Blanco estallido de la ladera,

que anuncias la nada,

la única, la antigua

Nada, en la que creo.




Tu abrazo abarca toda mi esperanza,

bancal de mi alegría y de mis besos;

huerta donde floreces de mis huesos;

tempestad cuyos pétalos alcanza

mi risa, entreverada de añoranza,

lleva a tu boca pétalos ilesos;

mis sueños rompen ángeles y yesos;

mi amor asoma por tu semejanza.

Nunca pensé pedirte lo que digo;

nunca quise la vida como ahora;

hijo mío, mi abeja destrenzada.

Tú llevarás mi nada, mi testigo,

hijo mío; mi abrazo sin aurora,

más allá del amor y de la nada.


En este poema

hay una palabra

rebelde: abejorro

enamorado de su silencio.



El peral en flor

echó a volar,

dejó en tierra su perfume.

Mi amor, sólo una estela

de remordimientos.




Zarpo con el día

en el barco de los narcisos:

incrédulo y receloso,

a la inmensidad.



Ayer vi el sofá

de nuestros primeros

besos y abrazos.

Caballo del amor,

¡el tiempo ha desmontado a tu jinete!



Me llevé tu mirada

sin que nadie se asombrase

del brillo de la mía.



Amor, estoy en tus ojos y en tu respiración:

la vida es una serpiente; su escondrijo, un hilo de aire.


No me digas tu nombre;

no me hables de tu vida;

no me digas nada, amor:

los reyes, los libros son mudos.

(c) Carlos Almira Picazo


imagen:
ALIGHIERO BOETTI
"A veces sol a veces luna", (de la muestra en la Fundación Proa)

Cristina Castello


Dibujos de la U



Arte se escribe con U,
La vida se recrea en U,
La poesía existe porque U,
La libertad sueña con U,
La boca es víspera de besos
cuando dice U.

Chopin se escribe con U
Redon se escribe con U
Desnos se escribe con U
Las campanas tañen en U
La rebeldía nos salva por U.
Dos U se atraen en inmensidad amor.
Son búsqueda. Encuentro. Plenitud de lo incompleto.
U es el mito del andrógino primitivo de Platón.
Herradura, imán.
El amor son dos U que se tocan, se vibran.
Se acielan.
El amor son dos U
Que edifican un mundo
Y cambian el mundo.

U es dibujo de ausencia de las palabras que puebla.
A pocas habita
Pero está cuando palabra es confianza.
Plural.
Cuando palabra no es “yo” sino “nosotros”.

Es redondo el pie a tierra de la U.
Abrigo. Pan caliente. Amor.
Revolución de inocencia, libra su lucha,
Armada de palabras y proas celestes,
La U.
Se batió contra Hitler, la guerra y la muerte,
En la “H”, en la “M”, en la “G”.
La paz es una U,
Paloma, mensaje,
De Utopía,
De Unión.

Resistencia.
Siempre en Resistencia,
En todos los Mayos que fueron
Y serán.
Hasta la Libertad.
Contra los pájaros sin alas.
Contra los responsables
de estómagos gimientes.
De ojos en sombras.
De sueños amputados.
De oscuridad.

Barrilete a lo inasible, apertura al infinito, los brazos de la U.
Manos a inmensidad del director de orquesta cuando acontece la música,
La U.
Ojos al cielo,
Verticales contra inviernos,
Juergas cuando veranos,
Brazos a las estrellas,
La U.

El Universo es la U.
Y Beethoven cuando la Novena.
Y Picasso cuando el Guernica.
y Celan cuando Celan.

Gula de sol cuando es desierto,
U se hunde con diéresis en sombras.
Anteojos por vergüenza
De quienes deciden,
Que se acabe el canto
Que muera la música
Que poesía es lirismo
Que para qué pintura
Y que son profanos milagro y misterio.
U. Utopía, Universo, Única,
Se desnuda de gafas,
Y sin ropas, lucha,
Armada
De palabras y proas celestes.

Y entonces,
Ojos burbujas de esperanza
Y caras mapas de seres en víspera
Y certezas de alborozos
Y almas niñas de adultos inocentes.

Azul.
El Azul es una U invertida sobre la Tierra.
Y en la Tierra, cielo y U, que son el mismo Bien,
dan a luz París.
La U, París.
Suma de Belleza.
Bahía donde los barcos burlan fríos.
Boca arriba, sonrisa al Absoluto
De las máscaras griegas
Con hambre de U.

Arte, vida, poesía,
Justicia,
Se escriben con U.
U.
U es pájaros en vuelo,
Anticipo de besos,
Útero de Bien.

Esperanza, Abrazo, Caricia, Nido,
Himno, Sed.
Espejo donde el Universo sonríe a la Luz.

(c) Cristina Castello



imagen: Joan Miro, Colección Museo Rufino Tamayo (de la muestra en la Fundación Proa)

lunes, abril 20

Silvia Loustau




1

qué hay del otro lado del espejo

acaso relojes marcando

horas anteriores .

ayeres cansados de existir.

un Golem vivo para siempre.

emet escrito en letras de oro

la e imposible de borrar.

la vida en infinito.

ausencia de maná y miel.

un lejano volar de mil campanas

anunciando el suspiro final.

2

qué hacer

con este otoño

sin autor ni dueño.

qué hacer

con la juventud e las rosas

y el rocío cantando un aria en la ventana.

qué hacer

con esta certeza

de viaje postergado

de tiempo que no vuelve

con manos ateridas

ante ausencia de otras manos.

qué hacer

con este ramo de violetas

y esta mariposa

que no ha olvidado el vuelo de la infancia.

qué hacer.

( de: El metabolismo de la lágrima)

XXI

yo no veo con mis ojos: las

palabras son mis ojos.

Octavio Paz

las palabras desean hablar

escucharlas fue la primer tarea.

abrir / descubrir las palabras

fue abrirse uno mismo.

descubrir antiguas metáforas

fue ser alicia perdida en el jardín

escuchar la historia de las palabras

es entrar en la historia del ser.

pero esto que escribo / es sólo/

el fragmento de una meditación

la danza de un sufi / la magia de un druida/

la cuerda tensa de un violín / afinando /

para el próximo concierto/

es sólo un fragmento de la imaginación.

(De:Mandala)

(c) Silvia Loustau

Silvia Loustau dirige el blog:

www.silivialoustau.blogspot.com


imagen: Jesús Rafael Soto, Structure cinétique, (de la muestra en Fundación Proa)

Paulina Juszko



Lances en la capilla de las canossianas


Ton souvenir en moi luit comme un ostensoir!


Charles Baudelaire, Les fleurs du mal

Mínima blancura / pureza máxima irradiando solar en medio de la penumbra

engarce de oro para tanto albor

y en medio del silencio un perfume de claveles / azucenas / nardos

(cuando todavía perfumaban

cuando aún bodelerianas las flores se evaporaban cual incensarios).

Y en medio de la soledad presencias misteriosas frecuentando la ausencia

identidades ambiguas

(porque no era la misma hostia de los recortes guardados en los bolsillos para jugar

a la comunión

o las “cercenaduras” que el sacristán le regalaría mucho más tarde a su Cristinica

era lo mismo y no

de pronto no: Él la habitaba).

Y en medio de los rezos fijaba la vista en la custodia

sin pestañear

seguramente vería su rostro

(porque ella era buena / tenía fe / podía compararse sin desmedro a cualquier santo)

¿por qué a mí no?

¿por qué a mí no?

Y en medio de la adoración un duelo sin cuartel

estábamos enfrentados en la penumbra / en la soledad y el silencio / entre rezos

musitados

mis ojos te atravesaban con dardos de súplica.

Y en medio del mareo / de la náusea nacían serpientes que se deslizaban sobre los

reclinatorios:

la Frustración de cabeza gacha y ojos llenos de lágrimas

el Resentimiento áspid agresivo de mirada llameante y corazón insatisfecho

la Envidia enroscada sobre sí misma y mostrando su silbante lengua

la Soberbia reptil de belleza incomparable

las cuatro serpientes capitales tomando posesión de su presa.



---------














Hay noches en que

como los recolectores que descubren

diamantes perdidos en la basura

milagrosamente

entre los restos de mí misma

encuentro una chispa de vida.

La veo brillar

empecinada y absurda

en un revoltijo heterogéneo.

En medio de la podredumbre

de los abortos

de las sobras

lanza resplandores insólitos

llenos de gracia.

Es una sobreviviente

una náufraga

¿cómo ha podido abordar estas playas...?


(c) Paulina Juszko




imagen: Eugenio Daneri, sin título (de la muestra La mirada desde la sombra, Museo de Bellas Artes de La Boca Benito Quinquela Martín)

domingo, abril 19

Fran García Parra


CONFUSIÓN

1

Estoy apareciendo,

Cielo tardío.

Piel, cuerda y huella.

Estoy acariciando:

Signo, fuerza y danza.


2

Piensa

Que mañana la luna

Ya será de otros.

4

Es porque te pienso

Por lo que no quiero

Que te quedes conmigo.


5

Libre el verso en la cintura del tiempo.


6

Hay

Flujo vaginal

Por todas partes.




7

En un agujero de la

Luna

Inscribí por primera vez

Mi nombre.

Mientras divagaba

Me acordé del

Colmenar

Y de sus sombras vestidas de

Blanco.

Sentí

Que era el mismo

Lugar

Donde ya había encontrado al

Verbo.

Donde estaba lo que yo no podía

Exigir

Las ventanas abiertas del

Rastro.




8

Y no puedo seguir estando

Unido con el barro.


9

Bailaré por ti

Si sigue el silencio

De tus pechos en el aire.


10

Sepas que el poema

Empieza en tu piel,

No en tus ojos.


11

En los pétalos de la luna

Hay una mujer

Que huele a mí.

En su boca estoy yo

Sentado

Haciéndome aire.


12

Grito, que gritas

Paso, que paseas.

Limpio mi cuerpo

Y lo ensucio,

Pinto los trapos

Y los junto.

Agua, que fondeas

Fuego, que quemas.

Sabré sintiendo

Que o qué

(Es cierto).


13

Bailaré

Bailo

Baile

El viento.


14

O habitar el silencio

O pronunciar palabra.

O morder el labio

Y mover las manos.


15

Voy a verte,

Voy.

Deséame suerte.

Que voy a verte,

Va.



16

De la luna perfecta de tu boca.

Vendrás.


17

¿Y los

Pájaros?

(c) Fran García Parra


Fran García Parra nació en Murcia, vive actualmente en Barcelona

es director de la revista digital Toreteo. http://www.toreteo.com/

imagen:


Nicola de Maria, Maschera dell’amore, 1980 (de la muestra La Transvanguardia italiana en Fundación Proa)

sábado, abril 18

Paula Ruggeri


QUE NOCHE TE GUARDE


Rendido y violento y suave y mío

Yo soy copa en que se vierte tu dulce vino

Alma viajera en barco sin velas

Capitán extraño que en tal mar navegas

Tu sueño viaja entre estelas eternas

Que noche te guarde y día te beba

Rocen ya tus labios altares divinos

Bébase la noche tu lento suspiro

Como yo lo bebo.

Derramando vida como fuego

Dulce que es el hombre

Como yo lo sueño

Navegando fuerte por el río abierto

Torrente de rosas, de rosas sin dueño

Hombre derramado, derramada savia

Durmiendo en la luna de más blanda agua

Derramado fuego, guerra derramada

El más dulce beso que nunca diera espada

Tormenta embriagada en un mar tibio

Y en mí tu cuerpo llueve en oro y en limo

Como yo te lluevo

Bendito mi vientre que cobija tu sueño

LA VIDA QUE DEBO

Te bebo despacio, te bebo suave

Te bebo furiosa, violenta

Te bebo sofocada, te bebo exánime

Te bebo con ardor valiente

Te bebo con debilidad cobarde

Te bebo tibia, pacíficamente

Tengo la vida para beberte

Te bebo con prisa, te bebo lenta

Te bebo dormida, te bebo despierta

Lenta viene la tierra a soñarme muerta

Y yo sola sueño en la rosa abierta

Lenta viene la noche a ocultar mi ruego

Ruego desnuda ante cielo abierto

Lentos rugen los mares, pidiendo mi cuerpo

Y lenta naufrago en barca sin dueño

Lentas son las deudas que deben pagarse

Y mientras muerte sueña conmigo

Yo sueño tenerte

La vida que debo es para beberte

(c)Paula Ruggeri

imagen: Andy Warhol (Museo Rufino Tamayo, de la muestra en la Fundación Proa)

Rolando Revagliatti







Salven






Los salvavidas

de plomo

como los sentimientos

son un plomo



aunque

a veces

salven

vidas



los sentimientos.





_____________________________


Aún hoy





Logré que sucediera

y no sólo una vez

sino dos



y que una de las veces

fuera memorable



El alcance de mi logro

aún hoy

me devuelve al suceso.




_____________________________________



Humano






¿En el mismo río

cuántas veces me ahogué?



He sido en eso de ahogarme

tan estandar



Y lo he sido en eso

de ser mi propio río

no sé cuantas veces

ahogándome.





______________________________




A, para & ante






Los jóvenes extorsionando

a los viejos



Entre sí refractando los jóvenes

cinismo e insidia para

los viejos



Licuándose los jóvenes

diluyéndose ante los

viejos.





_________________________________


Qué interesante






Algo te incluye

algo me incluye



Algo incluye todo lo que hay

y todo lo que no hay

(entendiendo que incluye lo que podría no

[haber)



Te incluye porque vas a morir

me incluye porque no he nacido

(entendiendo que incluye que yo

podría

no nacer).







_______________________________________




Bien debiera ella saber






La simetría

me reconviene:



bien sabe ella que nada

del todo simétrico

podría esperarse

plausiblemente

de mí.







________________________________






Encarnación





Nosotros

los pensamientos del afiebrado

"encarnamos"

testimonio del pasmo

trasmitido a la empuñadura

del objeto punzante

que hiende el guiñapo

que es su mujer.







___________________________________




La falta de la sobra






No tiene pies ni cabeza

esto no tiene

ni pies

ni cabeza



Debe ser un sueño



Sin pies

ni cabeza

debe ser el sueño de un soñante

con predominio en pies

& cabeza.







____________________________________


Ella adujo





-Estoy interferido, es por eso-



musitó él

presa de confusión



-Ganado que hubo el más mejor

amado mío

sólo te resta

reconocer la derrota-



adujo

con sosiego exultante

la interferencia.






(c) Rolando Revagliatti


imagen: Francis Bacon (Museo Rufino Tamayo, de la muestra en la Fundación Proa)

Silvia Spínazzola (Silsh)



Por decir


Puedo decir quizá último espacio
contenedor de historias repetidas
en los zapatos rotos por su piedra.


O decir tal vez sensual fractura
del canal ilusorio que se invierte
al no hallar su punto de equilibrio.


Diré que el tiempo
es sólo un juego
sin más itinerario que la espuma
que deviene en un pez
sobre la tierra.

(c) Silvia Spinazzola (Silsh)

imagen: René Magritte (Museo Rufino Tamayo, de la muestra en la Fundación Proa)

viernes, abril 17

Amado Storni


ALGUNOS POETAS



ALGUNOS poetas escriben

creyendo que su soledad es compartida.


Otros porque piensan que su voz

es la voz de los que sufren,

de los que no saben hablar o no pueden hacerlo.


Los más se atreven a escribir sobre el Amor

sin haber amado nunca.

Y empachan de pasión

esos amores que siempre soñaron

y que no tuvieron nunca.


Incluso los hay que se pierden en vocablos,

ridículos pleonasmos,

epítetos absurdos,

redundancias mil veces redundantes.

Y ensucian las palabras

derramando sin sentido sobre lo que ya tiene sentido.

¡Y nadie les entiende!.


Algunos son poetas de salón,

poetas sumergidos

en las aguas siempre gélidas del éxito,

del éxito que efímero les da

el haber ganado un premio.

Poetas que se bañan

en las vanidosas aguas

de ver sus escritos viajando en Internet:

versos olvidados descansando

en foros literarios que ya nadie visita.


Hay poetas que cuando el compromiso y la verdad

incansables llaman a sus puertas

acaban por mirar hacia otro lado.


Poetas que enmarcan la poesía

con títulos que decoran

las paredes blanquecinas de un despacho.


Poetas que se pierden

en noches siempre oscuras

esperando que una musa

con forma de bombilla

por fin les ilumine.

Y a oscuras... siguen esperando.


He leído versos aburridos,

poemas que despliegan horizontes,

que tropiezan

y acaban desplomándose en el suelo.





Y mientras mis poemas,

perfumados muchas veces de espejismos

y otras tantas de ilusiones,

esperan en silencio

que el tiempo los rescate

de ese olvido tantas veces olvidado,

que huérfanos de sueños

alguien los adopte como suyos.


Versos incompletos,

dislocados,

repartidos,

versos infectados de esperanza,

preñados de futuros,

insomnes de pasiones,

compartidos,

inmortales,

para siempre.


Pero Bécquer solo hay uno.


(c) Amado Storni


imagen: Rómulo Maccio, Puente, (de la muestra en el Museo Nacional de Bellas Artes- Buenos Aires)

José Manuel Sanrodri


ANILLOS DESPUÉS DE UNA BODA


Troncos que amurallan el horizonte solar

en su auténtica magnitud de hiperrealismo,

literalmente los corazones se barajan sin más,

transitando las huesudas torres corpulentas

con el apodo grabado de su idealismo.

Ardientes huecos abruptos sellando el olvido

que se refugia a través de la niebla sin habla

para inyectar en sus dedos tres anillos:

El primero: los recuerdos insaciables del niño,

el segundo: los reproches de luz que se extienden contigo

y el tercer anillo, tuerce uno de tus ojos de cuello

sobre la cúpula de hierro de la catedral del destino.

Rocíame delirante arroz amarillo

y clávame el cuarto anillo, de casada y casado

para esta jaula de mis desnudos grillos.

Ya te hablé cuando éramos viñetas desdibujadas

en barrancos dañados de cicatrices al amanecer,

palabras apócrifas que rebotan en sus edades efervescentes

y si la orfebrería del anillo aprisiona mi dedo

dejaré de ser una piedra que se cruce en un camino

de fábulas acechada por los espejos.

PRIVADA DANZA DE MÚSICA


Unos oídos que se han quedado ciegos

se resignan a escuchar el vértigo vacío de la música,

donde los violines de las chicharras descifran el silencio

y el frágil pentagrama interpreta irrespirables notas

para que dance una muñequita con ojos de goma

que pernocta en el interior, de un joyero en madera rota.

Al hervir en el aire la vigilia de una melodía metálica,

los dedos de mis pies se apuntalan en el torpe zapateo

de secas polifonías, no se escucha el vinilo arcaico de burbujas,

y mis piernas, son reemplazadas por los resortes de bisagras

de las que cierran y abren en el agua de ese cuerpo mío;

la música rescinde y la polichinela en el último giro se desarma.



(c) José Manuel Sanrodri


España



imagen:Rómulo Maccio, Otoño (de la muestra en el Museo Nacional de Bellas Artes - Buenos Aires)

Gloria Dávila Espinoza


BARRO Y SAL

Tarde:

Te asomas y gritas a mil vientos
apenas tu rostro es noche
tu leve ronquido
tras el pórtico
se oye languideciendo
un hombre de sal quieres ser
cierro mis ojos al mundo y
sois eremita en mis pasos cedidos
que a exactitud de mujer en cintos
preñado de olores es viento de mi barro en tarima
que siente devorar un siglo en artesas
mientras susurras a oídos que sois:
eclipse lunar
nube herida
fuego de mi vientre que hierve
para el que no hay
asbesto que soporte.



Allí…Barro y Sal
sucumben a sus delirios
de pétalos, antorchas y saetas
silbando a miembro y cáliz
zurcidos por el tiempo que es eternidad en tu fiereza
que a graznidos perfila el mar en mis pies
para legarme toda mi esencia de mujer en barro y sal
y que me azote la luz en ciernes
para hacerme círculo y fuego.


© Gloria Dávila Espinoza
Poemas del Libro inédito “Fuego del Cadalso”

Perú

imagen: Rómulo Maccio, El pato de la boda,(de la muestra en el Museo Nacional de Bellas Artes- Buenos Aires)

lunes, abril 13

Albem Fuentes




Cansa vivir cada día

Solo.

Cansa vivir.

Hacer la música del mundo.

Cansa.

Ofrecer la doble mejilla.

Cansa.

Administrar frustraciones de otros.

Cansa.

Alterar.

Posponer.

Alterar.

Posponer.

Reducir el sentido.

Cansa.

Cansa vivir cada día.

Solo.

Con los demás.

Solo.

Por los demás.

Solo.
Para los demás.

Cansa vivir tu precioso tiempo

Y al final nadie lo aprecia en su real significado,

como mi padre supo decirme

poco antes de morir.

(c) Albem Fuentes

De Con cierta elegancia


(enviado por Edel Morales, Cuba)

imagen: fotografía de Maider Bilbao, ver galería de imágenes en la revista Archivos del Sur)

Ulises Varsovia


Clarividencia

Clarividencia cristal,

cristalina clarividencia

la poesía

envuelta en túnica talar, huidiza en cadencias

de fugaz melodía.

Lámpara luminosidad,

lámpara luz esplendente

encendida

de misterio oracular,

fluyendo a torrentes

y apenas asida.

Toda su virtud llamear

de desnuda claridad

ofrecida,

y su vuelo parpadear

con alas celeridad

sólo sentidas.

Ráfaga luz incendiaria,

ráfaga lumbre de astros

adormecida

en el espejo del agua,

roto si la sed sus labios,

o apenas decirla.

Clarividencia cristal,

diáfano río sonando

la poesía,

y su veloz parpadear

en tu ansiedad un resabio

de melancolía.


De:Racimos (1998)

(Inédito)


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Llaves

Años de difusa luz

detenidos, temblorosos,

en la caligrafía

de mis viejos cuadernos.

Alguien vino aquella vez,

alguien tocó a mi puerta,

y me entregó un manojo

de llaves oxidadas,

carcomidas por el tiempo.

¿Qué cerradura abriré,

a qué casa fantasma

regresaré con los míos

a soplar el polvo,

a reconocernos, di?

¿En qué fría habitación,

sobre qué lecho vetusto

depositaré mi cuerpo

para volver a dormir,

para regresar del sueño?

¿Y quién nos llamará, di,

quién irá de cuarto en cuarto

llamándonos en alta voz,

pronunciádonos despierta,

con la misma voz del ayer?

Imágenes de mi cuaderno,

letras que escribí llorando

para arrancarnos del polvo,

para volver a vivir.

Alguien vino, sí, hermanos,

alguien me reconoció,

alguien me entregó las llaves

de las viejas cerraduras,

de una casa, un lecho, una voz.


De: Pasto de las llamas (2008)

(Inédito)

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Bruma materna

De entre la bruma asome una mano,

asome un rostro inconfundible

lleno de indelebles cicatrices,

asomen las fotografías

de niños clavados en el tiempo,

y la silueta de una mujer

de indefinibles rasgos, llorando.

Nadie más que tú, desconocido,

anónimo viajero en camino

por las páginas de las vidas,

nadie más que tú los indicios,

las llaves, los escondrijos,

el aroma de los ausentes.

Tú el mismo el que allí, detenido

en medio de brumosas formas,

tú mismo el que soplando, hinchados

los carrillos de tempestades,

tú el único, hijo, que en lo alto

con tu mirada pura tendida,

mirando acercarse a los difuntos.

Déjala levantarse, siquiera,

déjala proferir, llorando,

las palabras del perdón, siquiera.

Déjame, hijo, llegar a tu vera,

y acariciar tus amados rasgos,

y decirte adiós por vez postrera.

(Pero has de seguir asomando

por entre la materna bruma,

con tu inconfundible rostro

lleno de indelebles cicatrices,

y la silueta de otra mujer

de indefinibles rasgos, llorando).


(inédito)


(c) Ulises Varsovia


Chile- Suiza

imagen: Sola, Martín Di Girolamo, (de la muestra "De rosas, capullos y otras fábulas" en la Fundación Proa)




sábado, abril 11

Elena Caricati Pennella


OLGA OROZCO


El oro fino de los iniciados

está en tu nombre.

Escribiste con tus manos de sacerdotisa,

tus pies sacramentales,

con todo tu cuerpo

y la poesía te cubrió con su manto dual,

ferocidad y esplendor.

Un sendero cruciforme fue señal.

Nada puede alucinar más

que una constelación adversa.

Anduviste por ciénagas y terraplenes,

travesías por mares tenebrosos

pero construiste un mandala

de cuarzo y sal

para mantener el orden de los salmos.

Has dejado atrás los sótanos de niebla,

los cuervos retornaron a otros espacios,

no te persiguen las encrucijadas de la noche,

descansan los chacales y las profecías

entre las runas y las cartas del tarot.

Ahora los espíritus numinosos

que entre la vigilia y el sueño

jadeaban sobre tu rostro

se han reunido,

comparten tu delicado aposento

en la patria de los querubines

donde el lirio es eterno

y el agua de las vasijas

es transmutada en vino.

Ya no hay ausencias,

en lo invisible reina la totalidad.

La quinta estrella brilla sobre tus cabellos.

La cegadora luz resplandece

en tus ojos de esmeralda

como la tabula de Hermes.

Gran poeta,

en los anaqueles celestes

tus libros revelados se pueden leer

con los ojos del espíritu

como leen los muertos y los santos

la escritura de los ángeles.



(c) Elena Caricati Pennella

(Buenos Aires 1936 - José León Suárez,2009)

De su libro Liturgia del abismo (Munro, 2008)


(enviado por la Sociedad de Escritores de San Martín -SESAM)

Imagen: Alfredo Volpi, Vista de Itamhaém con mar al fondo (de la muestra en el Malba)











Nela Rio



Sólo para verte

“...y si alguien me llama

díle que me he ido”

Alfonsina Storni

Quizás llamara en aquél día

en que sólo tu silencio lo abrazara.

Quizás

volviera al mar, para verte,

sólo para verte,

y caminara turbado la forma de tus pasos.

Quizás concibiera tu nombre escrito en algas

o imaginara tu boca entre azucenas.

Pudiera ser

que te supiera en el sol que tirita en los abismos

y sintiendo la sal deshacerse en su boca

retomara los pasos hasta ahogarse en sí mismo.

Nunca supo, ¿recuerdas?,

que era silencioso el fragor de las olas

y que tú,

con los ojos abiertos,

te echabas a volar sobre la historia.

(c) Nela Rio


En Homenaje a Alfonsina Storni, Antología poética. Academia Iberoamericana de Poesía, Capítulo de Málaga, Málaga, España, 1996. Poema de Nela Rio en pg.33


imagen: Roberto Rossi, Tazas y frutas, (de la muestra en el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco)