lunes, enero 27

José Emilio Pacheco, el haiku y mi homenaje - Washington D. G. Pérez

(Ciudad de México, D.F.) Washington Daniel Gorosito Pérez

                                                                   
                                                    Mi humilde homenaje al escritor José Emilio Pacheco
                                        (Ciudad de México 30-6-1939- Ciudad de México D.F 26-1-2014)

                                                                               

El escritor mexicano José Emilio Pacheco que recibiera el Premio Cervantes de Literatura en el año 2009, ha sido descrito por algunos críticos como un poeta pesimista y vital. Me remito a sus palabras: “Escribir poesía es una forma de resistencia contra la barbarie”.
Fue conocido en círculos literarios, su gusto por la lectura y análisis del haiku. Poesía japonesa que es marcada en su contenido profundamente por la naturaleza. En Japón, la adopción y posterior mezcla del budismo y confucionismo chino dio como resultado el sintoísmo japonés.
La característica principal del mismo es el profundo amor por la naturaleza o por todas las cosas que crecen y fluyen y esa filosofía se ve profundamente reflejada en el haiku. Según Pacheco esto,  “a diferencia de nuestra cultura, que está inspirada en el odio y la destrucción de la naturaleza”.
Obviamente que esa adoración de la belleza no vista como algo extraordinario o milagroso sino simplemente como algo cotidiano, es la clave del fundamento para entender lo que significa el haiku. El escritor mexicano, considera que el budismo zen “trata de meditar en la irrealidad del yo, el cual es causa del deseo, y como sabemos casi todos quedan insatisfechos”.
“Así, meditar es destruir poco a poco el yo y las ilusiones que engendra, entonces el haiku se nos presenta como una forma activa y poética de meditación, por medio de la cual se alcanza la iluminación que nos lleva al Nirvana, experiencia mística de la que la poesía puede darnos un vislumbre”
Es importante tomar en cuenta que en el haiku no encontramos como existe en el español, rima ni versificación acentuada. El origen del haiku comenzó como un pasatiempo de sociedad, que posteriormente el poeta Busho reconvirtió en poesía popular.
La característica del haiku para su escritura es respetar la estructura de tres líneas de cinco, siete y cinco sílabas. Según Pacheco lo maravilloso “es que no son textos poéticos cerrados, pues el lector puede continuarlos y dar su propia versión”.
Uno de los temas que aparece muy poco en el haiku tradicional, es el amor, hoy la “occidentalización” de Japón ha hecho que el mismo aparezca con asiduidad. La profunda significación filosófica del haiku es el silencio. “El haiku viene del silencio y va al silencio”.
Aunque antes de caer en ese silencio, el haiku producirá alguna forma de iluminación y siempre por más triste que sea el tema un haiku va a ofrecer una sensación de alegría o asombro por que estamos vivos.
Al decir de José Emilio Pacheco, el haiku permite “buscar lo maravilloso en lo cotidiano, como buscar el alma y el sentido de las cosas”. Como humilde aportación y homenaje a este gran escritor mexicano quiero compartir una serie de haikus de mi autoría:

                                                       Entre la niebla
                                                los majestuosos ceibos
                                                       fantasmas rojos.


                                                       Fina campana
                                                 el trino del zenzontle
                                                       por la mañana.


                                                        Azul en vuelo
                                                  las gaviotas hermanan
                                                        el mar al cielo.


                                                        La golondrina
                                                   presenta sus tijeras
                                                        es primavera.

                       
                              (c) Washington Daniel Gorosito Pérez
                                    México D.F.
                                 


miércoles, enero 15

A orillas del Río Mapocho por Reinaldo Edmundo Marchant

      

  (Santiago de Chile) Reinaldo Edmundo Marchant

A orillas del Río Mapocho


Crecí  con sus aguas
      al pie de mi cama.
Era su canto en mi oído
       una cuerda atada al sonido del alma.
Siempre cerca, corriendo
       al lado de mi casa
golpeando la puerta como amigo.

Este es un fragmento del poema “Espejo de aguas”, del libro “A orillas del Mapocho” de Amante Eledín Parraguez (Amanuense Editorial, 2014), que grafica la relación del autor y su infancia con las aguas del río Mapocho, hecho fidedigno: el autor, junto a numerosos hermanos, pernoctó durante años en una vivienda aledaña al caudal, en el sector alto de la capital.

Desde aquel sitio, un grupo de religiosos realizarían una inolvidable obra humana: inscribir en la aristocrático Colegio Saint Georges Collage de Vitacura, a varios de estos niños pobres  que habitaban  precariamente al borde del temido afluente.

Uno de ellos fue Parraguez, quien, con esa especial vivencia, crearía décadas después la novela “Historia del verdadero Machuca”, texto que el cineasta Andrés Wood utilizó para su afamada y premiada película Machuca.

Es decir, el genuino Machuca es el autor de este bello poemario, que ahora recorre con mirada de vate los sueños, miedos, la bruma, esperanza, el ciclo vital del caudal que no cesaba de cantar en sus oídos: “tengo el nombre del río en mi torrente, un espejo trizado donde aparece/ el sol haciendo surcos/ el agua que busca sus raíces”.

Si bien Amante Eledín Parraguez procuró crear una gran metáfora del imponte río, la reminiscencia lo trasladó a descubrir otras dimensiones, el jardín que brotaba en las piedras, la sinfonía de las aguas, la contemplación feliz de un niño “hundido en su lecho”: los paisajes que empalidecían las tristezas del destino.

      Estoy despierto,
El río me levanta junto a mi casa.
En voz baja su cauce me habla.
Cruza mi puerta y me arrastra.


“A orillas del río”, sin duda,  es un gran poemario.

Contiene un conjunto de versos originales que lo convierten en el mejor libro publicado hasta la fecha por el autor. Es su pequeño Canto General; su  Altazor. Un libro  personal, como extraído desde el mismo lecho.

Con melancólicas pinceladas, a veces con crudeza, configura imágenes que repican a la manera de destellos, lúcidamente, con palabras que resuenan como una cascada  imaginada, provocando apego, participación, un viento que conduce a  tiempos inmemoriales.

La cadenciosa lectura, lleva a pensar en toda esa buena alimentación literaria que otorga una vida en los márgenes de la abundancia.  Parraguez supo beber de minerales que no existían, alimentarse con  resplandores, vuelos de aves: mamó la otra vida, esa que está abajo y arriba, y que se ignora cuando mazorca no falla.

Porque uno de los mayores logros de esta obra es, precisamente, haber convertido en delicadas piezas poéticas, un segmento de la infancia marcado a fuego. Esa falta, Amante Eldín Parraguez la convirtió en una alegre y romántica poesía.

(c) Reinaldo Edmundo  Marchant
Santiago de Chile

Reinaldo Edmundo Marchant es escritor
     

miércoles, enero 1

Suplemento de poesía 2014


(Buenos Aires)

Hoy 1º de enero se empezó a publicar el Suplemento de poesía 2014. Participan en el suplemento poetas de diversas regiones de la Argentina y de otros países que respondieron a la convocatoria de la revista Archivos del Sur.
Ahora se pueden leer poemas de los reconocidos poetas Cristina Castello, Luis Alberto Ambroggio, André Chenet y Ernesto Rojas:
http://archivosdelsur.blogspot.com.ar/


La publicación en el Suplemento será en forma continua y se difundirá a través de las redes sociales, de la revista Archivos del Sur y de la página de la revista en fb.
¡Muchas gracias! a todos los que participaron enviando sus poemas, a los que difundieron y a los que convocaron a sus amigos para participar.
¡Feliz año!

Araceli Otamendi
directora-editora