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domingo, mayo 29

David Fernández Rivera





















David Fernández Rivera





















Etiología del dolor






Todavía resuena en el elástico

de nuestra garganta de leña,

el portazo en los bastones

oxidados

de una espalda



que ya no puede volver atrás…



Hay un avispero de botones en el suelo,

y sus uñas se grapan

al tinte que recorre

el parabrisas geométrico

de un automóvil

bajo el recorrido circular

de la puerta.



Para ella,

todos los días

aprietan del mismo modo

la irritación incrustada

en el timbre

que responde bajo el hueco inflamado

en los escombros



de quien ya no quiere recordar.



Es entonces,

cuando los azadones metálicos del lacrimal

aprietan con fuerza

los surcos

de las cartas que ya no abre

en el miedo de impregnarse

de aquello que algún día descubrió

bajo el motor

que nos edifica

sobre los piñones engrasados

del rascacielos.



Sin embargo,

prefiere alejarse,

a través del cigarro

que filtra

la deformidad escolar

con la certeza inconclusa

en la muerte del poeta.









Es así como la astenia

sepulta el raspador

de quien sólo ve su crecimiento

en el trasatlántico

que navega sobre una cremallera

que hilvana con tornillos de azufre

el marco que retrata

la savia

en el insulto

donde los marineros atajan su indiferencia

con un troquel

plastificado en un residuo de monedas.



A ella le debemos tantos cementerios de asfalto,

donde se esfuerza en arrugar el neón de su sonrisa

sobre la agonía de unos bosques,

que sin saberlo,



todavía echa de menos…



































































La cordura del suicida







Las ballestas de los camiones

deslizaban en el pasador

de sus entrañas

la bombona rojiza

de una niña vestida de comunión.



En ella pude adivinar

la rejilla neumática

sobre el gancho que sostiene la vitrina quemada

en su tabique nasal.



Allí puedo verme cuando era niño,

y dibujaba en los folios en blanco de la escuela,

una estantería con las mismas hélices de juguete

que ahora pisotea la plomada del auxilio

bajo los pistones

ensangrentados del autobús.



Esta visión,

quiso alejarme de la persiana

para incrustar en cada paso

una granada de azufre

en el continente que seguía perforando

la tristeza

con la colmena

que enmascara mi lecho

en los vendajes

que cubren la grava del revólver

sobre la herida abierta

en el silencio del micrófono.



Mientras tanto,

la astenia colectiva

desplegaba una ovación

en los tacones

que esconden los pliegues de la savia,

a través de un zumbido que sumerge

bajo los calambres del metro,

la ilusión que ahora anestesia

el útero perdido

en el sudario blanquecino

de un caballito infantil…















Se detuvo el pulsómetro

y quise volver a verla,

sin embargo,

ya sólo quedaba un encaje blanco

en la misma niebla que atraganté

por entregarle mi mano

lejos del neón que discutía

más allá de la ventana.

(c) David Fernández Rivera

España
 
Acerca del autor:
 
 
David Fernández Rivera, poeta, actor, director, dramaturgo y artista plástico, ha publicado “Caminando entre brumas” (2004), “Sentimiento y luz” (2005), “Canciones de mi ausencia” (2005), “Corceles” (2006), “Entre la sombra y el grito” (2008), “Manifiesto del retorno y la liberación”, junto al poeta Ángel Padilla (2009), “Alambradas” (2010) y “Sahara” (2011). Esta precocidad la mostraría también en el mundo de la escena, puesto que Rivera siempre ha buscado una redefinición de la poesía, para materializarla en su plenitud sobre soportes tan diversos como la música, danza o teatro.




Tras realizar sus primeras performances poéticas mucho antes de la veintena, debutaría como actor profesional en el 2007. Posteriormente realizaría trabajos de interpretación en diferentes montajes de envergadura con diferentes compañías, alternando esta faceta con labores de dirección, como la realizada junto a Moira Chapman (directora del exitoso musical “Cabaret”) o para su propia compañía: “Compañía de David Fernández Rivera”.



Es reseñable también su labor de divulgación poética y cultural como locutor en tres emisoras gallegas a lo largo de los últimos años, así como su producción plástica, en la que reseñaríamos su actual instalación “Trepulco” y el proyecto escultórico – interactivo “Diábolo”.



Actualmente vive volcado para su compañía tras clausurar su primera gira con “Alambradas V.L.” y preparar las representaciones de “Hipnosis”. El teatro, junto con la poesía, es lo más representativo de un autor y director que ha conseguido generar una nueva entidad escénica al combinar muy acertadamente música, audiovisuales, teatro, escenografía y cualquier elemento con posibilidades comunicativas o negando la oportunidad de transmitir el reduccionismo de un mensaje racional como tentativa para llegar más hondo de sí mismo, y por ende, del espectador. Y aquí, llegaríamos a su actual producción artística centrada en denunciar conociendo aquello que todavía no puede ver.



Todo este trabajo saldrá a la luz con su poemario inédito “Ágata” y “Ecos de la noche”, su primer disco, que actualmente ya promociona en diferentes actuaciones a nivel internacional.

http://www.davidfernandezrivera.com/



http://www.davidfernandezrivera.es/

Myspace: www.myspace.com/davidfernndezrivera

Blog: http://www.davidfernandezriverapersonal.wordpress.com/

Canal Youtube: http://www.youtube.com/user/EraNoche
 
imagen: Joaquín Torres García (de la muestra en el MUNTREF)

domingo, mayo 8

El fuego que he prendido - poesía quechua



El fuego que he prendido

El fuego que he prendido en la montaña,
El ischu que encendí en la cumbre,
Estará llameando,
Estará ardiendo.

¡Oh, mira si aún llamea la montaña!
Y si hay fuego, ¡anda niña!
Con tus lágrimas puras
Apaga el fuego:
Llora sobre el incendio
Y tórnalo en ceniza, con tus lágrimas puras.

(recogido  por José María Arguedas)

Del libro Poesía quechua
La bárbara tristeza
Ediciones Leviatán, Buenos Aires