A ti te hablo...
Un dulzor anidó en mis labios
-rubí encendido
que en su brillo atrapó al valle-,
aquella tarde de oro, aquella tarde de amor...
Entre tierra y hojarasca,
he dejado tu simiente.
Y ahí quedaste, aferrada...
como lo hace en sueños
quien siempre busca al sol.
Durante muchas lunas,
esperaba ansiosa
que bajo la hierba te abrieras,
extendieras tus raíces...
esperaba, esperaba...
Te vi. nacer... te vi crecer...
Con esperanza de nuevas primaveras,
tu cuerpo ausenta la nostalgia.
Y cubre de serenidad intoxicante
la dulce nieve de tus azahares.
Azules noches de noviembre
ven tus manos bajando estrellas.
Bailas al son del viento
en los cristales de mi ventana,
que cantando brinda;
dibujándose en lo alto una luna llena.
Tus flores, delicadeza y juventud,
-lo efímero de la vida-
mariposas que caen en plenitud
como blancas lluvias,
alimentan tus raíces, las abriga...
Diciembre de corazones rojos y abanicos verdes
adornan tus ramas;
donde el viento juguetea, se enreda, se embriaga...
Corazones rojos que hablaron;
palabras que mis labios no animaron a soltarlas...
De pie y desnudo sobre un tapiz dorado,
dejas que el viento cante en tu corazón hueco
mientras remueve tus hojas secas
y tus raíces aún más se aferran
a la tierra esperando primaveras,
como este amor que murió en silencio.
¡Somos iguales mi cerezo!
Yo también espero...
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Un dulzor anidó en mis labios
-rubí encendido
que en su brillo atrapó al valle-,
aquella tarde de oro, aquella tarde de amor...
Entre tierra y hojarasca,
he dejado tu simiente.
Y ahí quedaste, aferrada...
como lo hace en sueños
quien siempre busca al sol.
Durante muchas lunas,
esperaba ansiosa
que bajo la hierba te abrieras,
extendieras tus raíces...
esperaba, esperaba...
Te vi. nacer... te vi crecer...
Con esperanza de nuevas primaveras,
tu cuerpo ausenta la nostalgia.
Y cubre de serenidad intoxicante
la dulce nieve de tus azahares.
Azules noches de noviembre
ven tus manos bajando estrellas.
Bailas al son del viento
en los cristales de mi ventana,
que cantando brinda;
dibujándose en lo alto una luna llena.
Tus flores, delicadeza y juventud,
-lo efímero de la vida-
mariposas que caen en plenitud
como blancas lluvias,
alimentan tus raíces, las abriga...
Diciembre de corazones rojos y abanicos verdes
adornan tus ramas;
donde el viento juguetea, se enreda, se embriaga...
Corazones rojos que hablaron;
palabras que mis labios no animaron a soltarlas...
De pie y desnudo sobre un tapiz dorado,
dejas que el viento cante en tu corazón hueco
mientras remueve tus hojas secas
y tus raíces aún más se aferran
a la tierra esperando primaveras,
como este amor que murió en silencio.
¡Somos iguales mi cerezo!
Yo también espero...
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Entre las bardas
Cuando el sol de primavera
besa las cumbres del oeste
se desprenden de los picos
gemas de cristal,
y sobre la cresta de olas blancas
saltan entre el vapor de la montaña,
para luego
bañar los remansos maitenenses.
Y allí cerca nace.
Se hace delgado, claro,
con la intensidad de un amor secreto.
Desde su naciente
en ondulante trazo,
danza por la precordillera,
mesetas y valles.
Fue en otros tiempos
testigo mudo de cantos de muerte,
de la lucha de pieles claras y oscuras,
teñido de sangre y viento.
Pero en ojos del galés descubrió su sueño,
llevándolo hasta donde los sauces
dejan sus lágrimas en la orilla.
....Y así en el valle nacieron
Gaiman, Dolavon, Rawson,
y como punta de rieles, Trelew.
Entre vendaval, greda y coirones
ve sacudir al desierto
en traslúcidas ondas
dejando flotar el eco.
Bajo rayos amarillos,
por bardas, altares y embalse,
tremola hacia el valle
llevando sus nubes insulares.
Y vestido de estrellas,
se entrega a las olas
en un beso enamorado.
(c) Margarita Borsella
Provincia del Chubut
Argentina
nota de la autora:
En el poema "Entre las bardas", hablo del recorrido que hace el Río Chubut, desde sus nacientes en la cordillera, cerca de la localidad El Maitén hasta que se encuentra con las aguas del Atlántico en el Puerto Rawson. Las fotos del río, las he sacado en su paso por el valle cerca de la ciudad de Trelew.
El poema "A ti te hablo" lo escribo al cerezo que tengo en mi casa, y las fotos son sacadas a él.
Acerca de la autora
Margarita Borsella nació en Esquel, Provincia del Chubut. De profesión química y trabaja como Profesora de Matemática en el Colegio de Educación Técnica N° 748, ex –ENET de la ciudad de Trelew, Coordinadora del Anexo Rawson del Instituto Superior de Formación Docente N° 801 “Juana Manso” en la ciudad de Rawson y vocal de la Comisión Organizadora de la Biblioteca Ricardo Berwyn de Gaiman y de las Ferias Provincial y Patagónica del Libro en la ciudad de Gaiman, Chubut.
En el año 2010 comienza a incursionar en las letras. Participó en el III Certamen Internacional de Autobiografías Ricardo Berwyn y en junio del corriente año obtiene el Tercer Premio.
A principios del 2011 concurre al Taller Literario coordinado por María Eugenia Correas de la Asociación El Árbol y actualmente asiste al Taller del Escritor coordinado por la escritora Cecilia Glanzmann en la ciudad de Trelew en donde trabaja sobre sus poemas.