jueves, abril 19

Rodrigo Verdugo






















QUINTO ANUNCIO

A Mi Madre Patricia Pizarro Silva.

I

El agua va más lejos que mi propia vida
Siento que el sueño esta vuelto hacia el tiempo
Como la devolución a un enigma reflejado.
No se puede salir de la luz sin que no se descubra
Esa profecía que hay entre el cuerpo y el árbol.
Más tarde, mas tarde el aire es visitado por bordes y mitades
Por estelas que se vuelven contra el
Si su cabeza empieza a disminuir en la distancia.
No puede salir la luz de nosotros sin que no le salga al encuentro
Esa alianza que hay entre la hondura y la mano.

II

De las cavernas nos llega el eco de una orgía de rabdomantes
Casi todos nosotros debemos salir con la campana
Que se apiada que la sangre sea nocturna.
Estamos todos en nuestros puestos, los filos aun están en cautiverio
Ya se abrirá la cámara de algodón
Entraran dos centauros infrarrojos a engancharse
Podéis vosotros allá afuera simuladle sus puestos
Al buzo cargado de llaves, al bullicio de lana, al ligamento
Simulad que alguna vez sentisteis un rocío terminal en los pies
Todo os sucede ahora entre duraciones y estampidas
Los espectros de piedra oficiaron el aumento de la mañana
Y traemos aguas que celan a las columnas y a las espadas
Y traemos arenas asomagadas y traemos el fuego como mudanza
Para que el día se prepare para un umbral más grande
Para cuando lo olvidemos,
Cuando ya no importe si la eternidad es diurna o nocturna
Cuando el hombre y la mujer hayan traslucido
Lo que la muerte va espesando en el sueño.

III

Los muertos se llevan chispas microcéfalas para sus viajes
Cambian de rostro a cada momento durante el velorio
De modo que sus deudos ya no saben a quien están llorando.
Tal vez el mar haya insinuado levantar el velo,
Pero nunca se ha levantado
De los valles se oyen gárgaras con las que intentan saldar
El vuelo de los pájaros cabalísticos.
Oh aguas, reventadme frente a esas flechas convertidas
Más, dejadle a la piel esos poros equinocciales que los espíritus riegan
Prefiero a mi vida, el devenir de esas hormigas de mercurio por el cuerpo de los célibes.
Oh aguas, yo era el que ignoraba
Hasta que la luz respondió a mis huesos
Hasta que las piedras dejaron que la noche agonizara
Oh aguas, que quede sobre nosotros
Solo esa liberación entre las nubes y la carne.


IV

Mi boca ya habrá conocido todo tipo de entrañas
Para cuando tú me engañes con un ángel.
No quiero que la piel nos mire enteros
Ni que por ella sigan los tormentos parados en la luz.
Estamos todos en nuestros puestos, las venas como andamios
Nuestro arrepentimiento es imposible de fingir
Nos exhortan los dos centauros infrarrojos que acaban de salir
Y dan gritos terribles entre las achiras.


QUINCEAVO ANUNCIO A Ofelia Líbano

“La sombra se ahoga al fondo del pecho”
Federico Schopf

Un procedimiento marchito sube por las paredes
Un poco de sol, un poco de musgo en el patio
Algún día seremos dueños de la caída.
Yo quiero subir también, más esa combustión vertebrada
Me hace enterrar vivos a los animales
Hace que la casa se mueva sola hacia el agujero ceremonial
Y ahí estamos recordando aquella noche de gala
Cuando prendieron una luz azul en todo el cuarto
Casi parecía un escenario,
Las abundantes cortinas de terciopelo, las espesas alfombras
Y ahí estaba el tiburón gótico metiendo
Y sacando la cabeza de la licuadora
A la primera saltaron los ojos, fueron tasados de inmediato
No hay distinción entre ellos
Y las joyas que te recuerdan a tus espectros directos.
A la segunda saltaron los pedazos del hocico,
Fueron tasados de inmediato
No hay distinción entre ellos
Y esas joyas que esperaban que estuvieras sola
Para darte un zarpazo y desprenderte una luz azul,
Con que impulso la desprendían
Como si desprendieran el tormento de las estatuas o una zona cualquiera.
Ya llegará la casa antes que termine la función,
Cuando quedes solamente tú en ella
Y hables de tu novio y él a lo lejos presienta
Que un agujero ceremonial enriquece la noche.
Ojos, joyas y restos de un hocico se revuelcan bajo una luz azul
Salen impulsados hacia arriba,
También quieren subir y así totalmente tasados
No hay distinción entre ellos y esta tierra
Que se encamina sola hacia una culpa redonda.
La vida ha montado las llaves ya llegará,
Y estarás junto a él en una zona cualquiera
La luz azul se revuelca en el mar, cuanto zarpazos para saber
Que para que el mar se moviera solo, un dios tuvo que estar atado
Cuantos zarpazos para saber
Que ni ella ha podido llevarse el tormento de las estatuas
Ni ella ha podido avanzar más que la casa,
Y a propósito de la casa, ¿La recuerdas?
Cambia de número a medida que avanza,
Ya no pueden dejar ni cuentas ni cartas
Para que hablar de las visitas.
Hay espectros rodeando el agujero ceremonial
Tu vestido de gala se estrella contra las cortinas
Cuando lo amabas él se metía dentro de ti,
Le saltaban los ojos y la boca en pedazos
Y volvía a meter la cabeza
Y eran dos espectros depositándose diamantes en el fondo,
Vertebrando la combustión
Él atornillándole otros espectros al sexo de ella
Ella haciéndole la señal de la bruma sobre el cuerpo
Ella llena de zarpazos en los pechos y en los muslos,
Aún con las aspas insatisfechas
Él con la nostalgia de un sacrificio único.
Las paredes cada vez más altas, ellos intentando subir
Intentando llevarle unos ojos, un aullido, una luz azul al dios atado
Y en eso se les va la vida como en el anclaje incognoscible
Que hay en cada rincón de la casa.
Día y noche todos somos controlados por trizaduras
Aunque los muertos fecunden nuestra embriaguez
Así: día y noche todos somos controlados por trizaduras.
Él esperando que el canto de los pájaros sangre por ella
Para volver a verla intacta caminar por la habitación,
Escribir un diario de vida bajo el limonero
Ella esperando que la sangre de él la arrastre
Hasta dejarla sola frente al enigma
Unos caracoles, unas hojas desteñidas en el patio
Algún día seremos dueños de la caída.


Acerca del autor:

Rodrigo Verdugo Pizarro: (Santiago de Chile, 1977). Coeditor y articulista de la Revista Derrame. Miembro del Grupo Surrealista Derrame. Sub director de la Revista Rayentru y Coeditor de la Revista Labios Menores. Se inició en el taller de Poesía "Isla Negra" dirigido por el poeta Edmundo Herrera desde 1922 a 1996 en la Sech. Su obra ha sido publicada en revistas y antologías chilenas y extranjeras siendo traducida parcialmente al: Ingles, Francés, Italiano, Portugués, Polaco, Árabe, Uzbeko y Rumano, En 2002 publica su primer libro "Nudos velados".

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