(Santiago de Chile) Reinaldo Edmundo Marchant
A orillas del Río Mapocho
Crecí con sus aguas
al pie de mi cama.
Era su canto en mi oído
una cuerda atada al sonido del alma.
Siempre cerca, corriendo
al lado de mi casa
golpeando la puerta como amigo.
Este es un fragmento del poema “Espejo de aguas”, del libro “A orillas del Mapocho” de Amante Eledín Parraguez (Amanuense Editorial, 2014), que grafica la relación del autor y su infancia con las aguas del río Mapocho, hecho fidedigno: el autor, junto a numerosos hermanos, pernoctó durante años en una vivienda aledaña al caudal, en el sector alto de la capital.
Desde aquel sitio, un grupo de religiosos realizarían una inolvidable obra humana: inscribir en la aristocrático Colegio Saint Georges Collage de Vitacura, a varios de estos niños pobres que habitaban precariamente al borde del temido afluente.
Uno de ellos fue Parraguez, quien, con esa especial vivencia, crearía décadas después la novela “Historia del verdadero Machuca”, texto que el cineasta Andrés Wood utilizó para su afamada y premiada película Machuca.
Es decir, el genuino Machuca es el autor de este bello poemario, que ahora recorre con mirada de vate los sueños, miedos, la bruma, esperanza, el ciclo vital del caudal que no cesaba de cantar en sus oídos: “tengo el nombre del río en mi torrente, un espejo trizado donde aparece/ el sol haciendo surcos/ el agua que busca sus raíces”.
Si bien Amante Eledín Parraguez procuró crear una gran metáfora del imponte río, la reminiscencia lo trasladó a descubrir otras dimensiones, el jardín que brotaba en las piedras, la sinfonía de las aguas, la contemplación feliz de un niño “hundido en su lecho”: los paisajes que empalidecían las tristezas del destino.
Estoy despierto,
El río me levanta junto a mi casa.
En voz baja su cauce me habla.
Cruza mi puerta y me arrastra.
“A orillas del río”, sin duda, es un gran poemario.
Contiene un conjunto de versos originales que lo convierten en el mejor libro publicado hasta la fecha por el autor. Es su pequeño Canto General; su Altazor. Un libro personal, como extraído desde el mismo lecho.
Con melancólicas pinceladas, a veces con crudeza, configura imágenes que repican a la manera de destellos, lúcidamente, con palabras que resuenan como una cascada imaginada, provocando apego, participación, un viento que conduce a tiempos inmemoriales.
La cadenciosa lectura, lleva a pensar en toda esa buena alimentación literaria que otorga una vida en los márgenes de la abundancia. Parraguez supo beber de minerales que no existían, alimentarse con resplandores, vuelos de aves: mamó la otra vida, esa que está abajo y arriba, y que se ignora cuando mazorca no falla.
Porque uno de los mayores logros de esta obra es, precisamente, haber convertido en delicadas piezas poéticas, un segmento de la infancia marcado a fuego. Esa falta, Amante Eldín Parraguez la convirtió en una alegre y romántica poesía.
(c) Reinaldo Edmundo Marchant
Santiago de Chile
Reinaldo Edmundo Marchant es escritor
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