OLGA OROZCO
El oro fino de los iniciados
está en tu nombre.
Escribiste con tus manos de sacerdotisa,
tus pies sacramentales,
con todo tu cuerpo
y la poesía te cubrió con su manto dual,
ferocidad y esplendor.
Un sendero cruciforme fue señal.
Nada puede alucinar más
que una constelación adversa.
Anduviste por ciénagas y terraplenes,
travesías por mares tenebrosos
pero construiste un mandala
de cuarzo y sal
para mantener el orden de los salmos.
Has dejado atrás los sótanos de niebla,
los cuervos retornaron a otros espacios,
no te persiguen las encrucijadas de la noche,
descansan los chacales y las profecías
entre las runas y las cartas del tarot.
Ahora los espíritus numinosos
que entre la vigilia y el sueño
jadeaban sobre tu rostro
se han reunido,
comparten tu delicado aposento
en la patria de los querubines
donde el lirio es eterno
y el agua de las vasijas
es transmutada en vino.
Ya no hay ausencias,
en lo invisible reina la totalidad.
La quinta estrella brilla sobre tus cabellos.
La cegadora luz resplandece
en tus ojos de esmeralda
como la tabula de Hermes.
Gran poeta,
en los anaqueles celestes
tus libros revelados se pueden leer
con los ojos del espíritu
como leen los muertos y los santos
la escritura de los ángeles.
(c) Elena Caricati Pennella
(Buenos Aires 1936 - José León Suárez,2009)
De su libro Liturgia del abismo (Munro, 2008)
(enviado por la Sociedad de Escritores de San Martín -SESAM)
Imagen: Alfredo Volpi, Vista de Itamhaém con mar al fondo (de la muestra en el Malba)
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